Crecer el empleo formal, una meta sin doliente
martes, 15 de octubre de 2024
La informalidad laboral se mantuvo en 56% durante el trimestre entre junio y agosto, un flagelo para las familias al que el Ministerio de Trabajo no le pone la suficiente atención
Editorial
Durante el trimestre comprendido entre junio y agosto, el Dane reportó 12,9 millones de trabajadores informales en un universo de 23,1 millones de ocupados que hay en el mercado laboral colombiano, eso quiere decir que los trabajadores en estado de informalidad (sin ahorrar para pensiones, aportar para la salud, ni contar con un seguro de riesgos profesionales, entre otras cosas básicas como vacaciones remuneradas) se mantuvo en 56%, la misma que en el trimestre móvil de entre junio y agosto de 2023, es decir que la informalidad se está convirtiendo en la cultura para ganarse la vida.
El problema con la informalidad campante, no es de conseguir los ingresos para ganarse la vida al día o a la semana, un asunto dorsal para el desarrollo del país, que no le preocupa a los gobiernos, y es la baja productividad, muy ligada a los incentivos del sistema de seguridad social.
Las pensiones, la salud, las vacaciones, no son invenciones burguesas, son logros de la evolución en sociedad. Pero el mayor problema de la informalidad para la economía son los impuestos, pues los trabajadores que no hacen sus declaraciones de renta, ni aportes al fisco nacional, son “parasitarios” al beber de las contribuciones que pagan los empleados formales. Ejemplo: un empleado formal paga impuestos a la renta y al consumo, que los gobiernos locales, regionales y el nacional, usa para satisfacer las necesidades básicas de la comunidad en general, como construir un andén o un parque, espacios de disfrute colectivos que son utilizados por un vendedor informal para explotarlos, lugares que no ayudó a construir ni a mantenerlos, generándose una injusticia inversa, pues en el imaginario popular reposa que es injusto no dejar trabajar en el espacio público a un informal.
Toda una suerte de justicia a la inversa que se ha ido estableciendo en todos los rincones del país. La evolución de la informalidad en Colombia es preocupante, el último dato de la proporción de informalidad en las 13 principales capitales dicta que fue 41,9%, mientras que en el total de las 23 ciudades y áreas metropolitanas se ubicó en 43,1%. Al detallarse el informe del Dane sobre el tema, aparece que la administración pública perdió 74.000 puestos de trabajo en un año, dado que el desempleo volvió a subir durante agosto y hubo 136.000 personas más desocupadas.
En los llamados centros poblados y rural disperso la proporción de informalidad es más alta al ascender a 84,1% del total de ocupados. El grueso de la ruralidad colombiana está en condiciones de informalidad, no por los empleadores como tal, sino porque la institucionalidad laboral no ha montado un sistema para que un trabajador autónomo salte a la formalidad, es decir, a los gobiernos no les ha interesado montar un modelo que ayude a que la ruralidad cuente con los beneficios de la formalidad.
Todavía existe el trauma laboral que solo se pueden formalizar los empleados de empresas responsables con las cuentas fiscales al día, no independientes, con ganas de construir país. Los hombres informales urbanos son 57,9%, y las mujeres 53,4%, mientras que en las zonas rurales, las mujeres informales son 83,5% y los hombres 84,4%.
Es un problema a solucionar porque está demostrado que los países con alta informalidad como Colombia, perpetúan un bajo ingreso per cápita, hay más pobreza y están más lejos de alcanzar los objetivos de desarrollo.