Editorial

¿Cuál es la hoja de ruta de los congresistas?

<p>El país ya nombró un nuevo legislativo, pero si queremos erradicar vicios y poca labor, debemos empezar a exigirles.</p>

Contrario a lo que muchos opinan y piensan, creemos que con los años el Congreso de la República ha ido mejorando y que esta vez el trabajo legislativo será ejemplar, al menos eso se espera de la mayoría de los hombres y mujeres experimentados que han llegado a las 203 curules. No esperamos menos de nombres de la altura de Alvaro Uribe, Horacio Serpa, Iván Cepeda, Juan Manuel Galán, Jorge Robledo, Claudia López, Antonio Navarro o Roberto Gerleim, entre otros no menos calificados políticos de vieja data, y uno que otro neófito en el asunto de las leyes que necesita el país para seguir construyendo la senda del desarrollo.

Como siempre sucede en la política colombiana, también hay personajes innombrables e impresentables ‘varones políticos’, que mantienen nexos con sórdidas bandas de criminales que van desde la guerrilla hasta el paramilitarismo, pasando por contrabandistas, carruseles de contratistas y demás flagelos que mantienen sumido al país en el más  profundo subdesarrollo, a pesar de nuestra inmensa riqueza natural y de recurso humano. Ya las autoridades electorales, y el mismo Congreso, harán lo propio y se encargará de purgar a los representantes a la Cámara y al Senado, modificando reglas, normas y estatutos mal hechos o amañados, razones por las cuales llegan, a algunas de las dos cámaras, hombres bajo sospecha.

En el Congreso de la República deben caber todas las tendencias políticas, las regiones y las ideologías, lo único que sobra en esa institución vital para la democracia, son quienes representan directa o indirectamente los intereses de los delincuentes, narcotraficantes, terroristas y contratistas corruptos. Ojalá sean capaces de autopurgarse, porque el desprestigio de los congresistas es muy grande. Su trabajo hablará por ellos, de lo contrario el país que los eligió les puede revocar el mandato en estos tiempos de diálogos de paz y de asambleas constituyentes que se avecinan.

Mientras tanto hay que exigirles más trabajo y  presencia en los grandes temas nacionales. No sabemos de reuniones de las bancadas en las últimas semanas; no conocemos aún de su hoja de ruta en el Congreso; como tampoco de cuáles serán sus iniciativas estructurales, al menos sus ejes fundamentales. No podemos caer en el juego añejo del Congreso, donde lo único que verdaderamente importa es que salgan nombrados así nunca hagan nada por el país. Han pasado dos semanas desde su elección y solo algunos se hacen sonar trabajando para las elecciones presidenciales. Somos optimistas del trabajo de este Congreso que se arranca el 20 de julio próximo, pero también extrañamos sus posturas, pues durante las elecciones brillaron por su ausencia las ideas.