Editorial

“Cuando China estornuda, el mundo se resfría”

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Por estos días, el Comité central del partido comunista se encuentra revisando reformas que pueden afectar el equilibrio mundial, China redobla su interés por América Latina

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Diario La República · “Cuando China estornuda, el mundo se resfría”

Por estos días, en Beijing se encuentra reunido el todopoderoso Comité Central del Partido Comunista de China, una suerte de máximo órgano de gobierno que decide el rumbo de la segunda economía más grande del mundo, y que como van las cosas, ocupará el primer lugar al entrar en la tercera década del siglo XXI.

Hasta hace unos años existía el adagio popular que rezaba: “cuando Estados Unidos estornuda, el mundo se resfría”, en alusión al poder de la economía norteamericana y su influencia en el resto del mundo. Pero las cosas han cambiado y la muestra no está muy lejos. La pandemia que comenzó a finales de 2019 en China sumió al mundo en la crisis económica reciente más profunda sin precedentes y tuvo su origen en un alejado mercado de pescado del gigante asiático; de allí para acá todo es distinto, muchas cosas cambiaron, entre ellas se aceleró el cambio del orden mundial, dominado desde el final de la Guerra Fría por Estados Unidos.

China ha ido poco a poco acelerando cambios profundos en su modelo económico, pero apalancado en el mismo estilo de un régimen férreo de alto impacto económico. La China de hoy mira más allá de sus fronteras y está acelerando cambios que le permitan dominar la economía de mercado a su manera; las grandes inversiones en África y pequeños regalos de infraestructura en Centroamérica, hacen pensar que la construcción de la primera línea del metro de Bogotá solo es el comienzo de una nueva gran influencia.

Hay gran expectativa global de las medidas que puedan salir de las reuniones del Comité Central, pocos meses antes de las elecciones de Estados Unidos, en medio de la guerra de Rusia en Ucrania, las tensiones en Gaza y de un año electoral en varios países del mundo. Los gobernantes chinos se han sentado a revisar cómo aceleran reformas, prevén riesgos geopolíticos y profundizan el poder de su “poder blando”.

La incursión de marcas chinas en Colombia como Huawei, BYD, MG o TikTok, solo son varias puntas de un enorme iceberg que será una realidad con los años, tal y como ha ocurrido en países más grandes de la región. China ha desembarcado con sendas factorías de carros eléctricos en México; ha comprado las mineras de cobre y oro más importantes en Perú y Chile; poco a poco son los dueños de casi todas las marcas de celulares que operan en Colombia y seducen a los más jóvenes con sus redes sociales, formas de pago, compras en línea y sistemas de movilidad. Léase, Alipay, AliExpress, DiDi, Temu o WeChat.

Las tensiones comerciales de China con Estados Unidos y la Unión Europea van a aumentar con el paso de los años, por eso la economía socialista más grande del mundo está mirando a los mercados emergentes con estrategias innovadores como la llamada “Ruta de la Seda”, renombrada como “Franja de la Seda”, una intención ambiciosa que busca retomar el ideario histórico de la primera “autopista” de la globalización y traerla a valor presente en forma de tratado de libre comercio al que se asocien países de todo el mundo.

Una suerte de gran vía del desarrollo que tenga conexiones no solo geográficas, sino digitales, comerciales y de desarrollo de los países. La nueva ruta de la seda fue lanzada hace 10 años y ahora se encuentra remasterizada para seducir a las economías de América Latina que hoy tienen a China como el primer socio comercial, algo en Colombia aún no pega.

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