Editorial

Cuando las basuras aún son un problema

Una de las mayores muestras de atraso de un país es no saber qué hacer con las basuras, cuando en otros países son una fuente de energía.

Editorial

La Bogotá de los años 80 estaba tomada por las basuras, principalmente acumuladas en los separadores de las pocas avenidas y en los diferentes parques de la ciudad. Con el paso de los años el caos se solucionó con operadores privados que acudieron al llamado de la administración de la época para convertir un problema de manejo de basuras en un negocio que se repartía por diferentes sectores. Un modelo calcado de otras grandes ciudades del mundo con los mismos problemas de recolección y manejo de desechos de todo tipo, en una metrópoli que iba creciendo hasta superar los ocho millones de habitantes con los que hoy cuenta la Capital de la República.

El pasado martes 30 de enero, el alcalde Enrique Peñalosa, declaró a la ciudad en estado de emergencia sanitaria y ambiental y activó un plan de contingencia que se extiende hasta la próxima semana, 12 de febrero. El problema afecta a 12 de las 20 localidades que enfrentan una verdadera crisis por la falta de recolección de basuras.

El problema se originó en la pasada administración distrital cuando el alcalde, Gustavo Petro, intentó rediseñar el esquema vigente de recolección de basuras que funcionaba desde los años 80 y que era prestado por empresarios privados. El hoy candidato presidencial le apostó a un esquema totalmente público con epicentro en la Empresa Aguas de Bogotá, que fracasó en el intento y se tuvo que volver a contratar a las empresas privadas con experiencia en la capital y otras ciudades. Poco después un fallo de la Corte Constitucional ordenó desmontar el esquema de basuras diseñado por Petro, tarea que ha sido bien complicada de ejecutar pues la empresa pública ha sido capturada por fuerzas sindicales que han ahondado la crisis y le han extendido la situación a todos los bogotanos.

El problema ha ido creciendo luego de que el martes 30 de enero más de 3.200 trabajadores de Aguas Bogotá entraron en paro porque la Alcaldía debe cumplir con la orden de la justicia y la Superintendencia de Industria que ordenaron volver al viejo esquema. El saboteo de vehículos y la obstrucción de las operaciones de recolección han sido la constante en esta crisis que hace recordar la vieja Bogotá que otrora estuvo llena de basuras y que creímos se había solucionado.

Pero el problema no es el puramente coyuntural, de tener las calles repletas de desechos que generan una crisis sanitaria, sin hablar del golpe al ornato y al turismo. Lo crudo de la realidad es que los colombianos, y en particular los bogotanos, no hayan solucionado el tema de las basuras. Es más, que no hayan visto en ellas la fuente de energía que otros países le dan. Aquí las basuras son un costo que se lleva gran parte del presupuesto distrital y que a las familias les vale plata que se cancela en la factura del agua; no hemos podido sacarle el verdadero provecho a las basuras, que en otras partes del mundo se les da. Los desechos de nuestras familias y de las ciudades son una oportunidad económica, pero para verlo de esa manera se deben cambiar las costumbres culturales, como es la separación en la fuente. Aquí no se recicla y eso es un problema de manejo y de oportunidad de negocio. Solo esperamos que este triste episodio se solucione y se avance en una ciudad sostenible en donde sus habitantes sepan cómo manejar sus desechos y existan verdaderas empresas que no solo recojan sin que reciclen o produzcan energía.

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