¿Cuándo volverá el viejo orden comercial?
sábado, 24 de agosto de 2019
En represalia, China puso aranceles a bienes de EE.UU. valorados en US$75.000 millones, un nuevo giro de la guerra entre las dos mayores economías que traerá graves consecuencias
Editorial
Esta penúltima semana de agosto no ha sido buena para el comercio mundial y mucho menos para calmar la tensa situación entre Estados Unidos y China enfrentados desde en una guerra de aranceles sin cuartel desde hace un par de años, y que amenaza con romper el tradicional orden económico global, pues las dos naciones representan los motores del comercio en todos los continentes. Una guerra que ha sembrado una nube oscura de incertidumbre sobre la economía global y que amenaza con volverse una constante para los próximo año, situación que traería una inevitable recesión, es decir dos o tres trimestres de crecimiento comercial negativo en varios países. Y mientras eso ocurre, el resto de países se asoman impedidos por la ventana, y ven el choque arancelario que deja a miles de productores en ascuas.
Ayer, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ordenó a las compañías de su país salir de China después de que esta nación impusiera aranceles sobre bienes estadounidenses valorados en US$75.000 millones, en represalia al trato comercial que el país asiático viene recibiendo desde hace un par de años. “No necesitamos a China y, francamente, sería mucho mejor sin ellos. Las inmensas cantidades de dinero hechas y robadas por China de Estados Unidos, año tras año, por décadas, va a y deben DETENERSE”, tuiteó Trump, en un tweet desafiante que pronostica una larga duración de esta guerra en la cual solo pierden los empresarios y los consumidores de todos los países. A renglón seguido, Trump le pidió a sus coterráneos: “por la presente, se ordena a nuestras grandes compañías estadounidenses que comiencen a buscar de inmediato una alternativa a China, que incluya traer a sus compañías a CASA y fabricar sus productos en Estados Unidos”. Los aranceles chinos, como represalia a bienes estadounidenses valorados en US$75.000 millones, golpean al petróleo por primera vez y restablece los impuestos a automóviles y partes para vehículos hechos en Estados Unidos, lo que se convierte en una movida muy fuerte en el tablero de juego. Ayer mismo, Trump impuso gravámenes de 15% a bienes chinos valorados en US$300.000 millones que entrarán en vigor en dos etapas -el 1 de septiembre y el 15 de diciembre- y que incluyen teléfonos móviles, juguetes, computadores y ropa.
Las reuniones previas a la celebración del G7, este fin de semana en Biarritz, han estado marcadas por la situación comercial entre China y Estados Unidos y la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea, dos situaciones hasta hace cinco años impensables. La unidad del grupo más poderoso de países se pondrá a prueba y se teme que no haya una declaración final como ha ocurrido en todas las anteriores versiones. Sin lugar a dudas, el show político de la reunión se lo robarán Trump y Boris Johnson, quien se estrena en este tipo de reuniones como primer ministro británico. El otro debate -más geopolítico que comercial- que será llevado es la posibilidad de reincorporar a Rusia al G-8; vale la pena recordar que fue expulsada en 2014 tras la invasión de Crimea. Pocas veces en la historia reciente, el mundo había estado tan convulsionado desde la frontera económica y animada desde los cuatro grandes bandos: EE.UU., China, Unión Europea y Rusia, agite que hace prever un cierre de año bastante tenso.