De cara a las elecciones hay que leer al país
sábado, 26 de julio de 2025
El desarrollo económico debe ser el campo de batalla de las ideas para hacer avanzar el país y disminuir la pobreza multidimensional y monetaria
Editorial
No se puede negar que en los índices de desarrollo humano, Colombia ha mejorado notablemente en el último siglo. La expectativa de vida ha aumentado, el analfabetismo está derrotado, la escolaridad es una realidad casi general para todos los niños, el acceso a más de 260 universidades es fácil y la calidad de la educación secundaria se ha disparado. Parafraseando la hipótesis principal de ‘Factfulness’ (Rosling et al., 2018) vivimos un mundo mejor, solo que hay que leerlo.
¡Solo hay 3.000 embarazos de menores de edad! Claro que deben ser cero, y esa parece ser la tendencia de las estadísticas que se deben ir ajustando al alza en la deuda social con las mujeres y los empleos formales. A la luz de los datos de pobreza monetaria revelados por el Dane, la cifra alcanza 31,8% y la pobreza monetaria extrema se ubicó en 11,7%, es decir, unas 1.267.063 personas salieron de la condición de pobreza monetaria, al pasar de 17.504.698 en 2023 a 16.237.635 en 2024.
Aún es una cifra enorme, pero si los formadores de las políticas públicas hicieran de la pobreza el problema a derrotar en una década, seguro se conseguiría esa meta, al menos disminuir de manera escalonada las precariedades sociales. Más de 16 millones de pobres es un escándalo histórico para cualquier político o empresario, más para los académicos. El asunto es que hay sectores de políticos populistas en los que la pobreza es de donde beben sus ideas; una suerte de que “el caos nunca muera y la pobreza crezca” para seguir diseminando el discurso del resentimiento social.
Solo apaleando la informalidad se logra mejorar la pobreza monetaria, no se puede seguir condenando a la gente a vivir con el mínimo de sobrevivencia. La línea de pobreza per cápita fue de $460.198, lo que quiere decir que si una persona tenía ingresos mensuales inferiores a ese valor, es considerada pobre. Los hacedores de políticas públicas y miles de aspirantes al próximo Congreso y a la Presidencia deben leer que el verdadero problema es el auspicio de la informalidad y las enormes cargas fiscales y parafiscales para la generación de empleo.
Un salario mínimo supera $1,5 millones y la línea de pobreza está en $400.000, una simple observación muestra que se necesitan ideas para llevar a los informales a la formalidad y de paso mejorar todo el sistema de seguridad social. Solo generando empleo en condiciones formales se derrota la pobreza y se saca a esos 16 millones de personas de esa condición. Se ha evolucionado en los últimos 100 años, pero la crispación ideológica, la corrupción y la escasa contundencia contra los ilegales, mantienen al país en el reino de nunca pasa nada, percepción que deben romper los próximos congresistas y el presidente que sea elegido.
El debate político se tiene que centrar en lo estructural de la pobreza, si bien se ha ido mejorando en lo multidimensional. Según el Dane, si un hogar no tiene suficiente ingreso mensual para adquirir la canasta básica de alimentos, está dentro de la línea de pobreza extrema. Si logra cubrir el anterior rubro, pero no le alcanza para pagar gastos como vivienda, transporte, ropa o calzado, está en condición de pobreza.
Importante tener en cuenta que si un hogar compuesto por cuatro personas tuvo un ingreso mensual menor a $1.840.792, estaba en condición de pobreza monetaria. Si esto lo contrastamos con el salario mínimo de 2024, que era de $1.462.000 incluyendo el subsidio de transporte, quiere decir que para un hogar el mínimo no era suficiente para no estar en la línea de pobreza.