Editorial

De elecciones, referendo y otros cuentos

Gráfico LR

Dicen que la economía es política y la política es economía, puede ser cierto, pero mezclar estos dos pilares de la construcción social puede ser una bomba que hace volar todo

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Por un lado, JP Morgan plantea que las elecciones del domingo serán un referendo contra el Gobierno Nacional, y en el mismo tono, The Economist dice que la administración de Gustavo Petro “está tambaleándose”, como consecuencia de una serie de errores y una alta impopularidad. Las dos son lecturas externas de lo que está pasando en la política colombiana con un altísimo grado de veracidad.

Ambas percepciones llegan como anillo al dedo de cara a las elecciones de alcaldes, concejales, gobernadores y diputados, quienes manejarán los entes territoriales hasta 2027. JP Morgan explora cuáles serían las implicaciones macroeconómicas de los resultados que se den el fin de semana y cómo esas elecciones serían un referéndum al Gobierno Petro. Es cierto que las elecciones locales suelen tener la mayor participación de todas las elecciones. En 2019, la participación fue de 60,5%, en comparación con 48% en las elecciones al Congreso de 2022 y 58,2% en la segunda vuelta de las presidenciales de 2022. Es la realidad nacional plasmada en una sola jornada. Se elegirán 32 gobernadores, 418 diputados (asambleas departamentales), 1.102 alcaldes, 12.072 concejales y 6.513 ediles (juntas administradoras locales).

La banca estadounidense observa que la aprobación del Presidente pasó de 60% de buena aceptación a mínimos de dos años, mientras pierde mayorías en el Congreso, luego de distintas situaciones como los casos de corrupción que se han destapado en lo corrido del año, dentro de los que destacan los involucran a los familiares del Presidente. “Dada la rápida caída de la aprobación y la narrativa establecida para defender las reformas sociales (por y para el pueblo), las elecciones regionales están llamadas a ser más “nacionalizadas” que las anteriores (...) El votante medio se ha mostrado consternado por la elevada inflación, que en Colombia ha resultado ser más alta y persistente que la de sus pares (...) Otro factor clave será el tema de la seguridad.

El aumento de las acciones violentas de los grupos armados. La seguridad, por tanto, tendrá algo que decir el domingo, lo que también podría incidir en la agenda de Petro”. Puede ocurrir que de cara a los resultados de las elecciones regionales, suceda lo mismo del año pasado cuando el peso se revaluó frente al dólar cuando el Gobierno Nacional evidenció debilidad en el Congreso. “En cuanto a las reformas (salud, pensiones, laboral), si los resultados están más o menos en línea con lo que sugieren las encuestas, creemos que el Gobierno insistirá en mantener la estrategia de los últimos meses, tratando de conseguir apoyos para las reformas sociales en el Congreso sin negociar necesariamente con las cúpulas de los partidos”. Es casi seguro que dados los precios del petróleo y la debilidad gubernamental, el dólar cotice a la baja en torno a los $4.000 y asegure un cambio de agenda de Petro, con el peligro inminente que confunda la política con la economía y trate de torpedear el papel del sector productivo en el desarrollo del país.

La economía colombiana es bastante reglamentada y con un Presidente deseoso de encontrar chivos expiatorios es delicado que líderes de opinión empujen a los empresarios como sparring políticos de un Gobierno cotizando a la baja. Peligroso pues debe haber una autopista en el mismo sentido por donde transite el sector público y el privado en pro del desarrollo nacional. No juntar estos dos actores.

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