Editorial

De la cumbre de Davos al mundo real y actual

<p>La cuarta revolución industrial proclamada en el Foro Económico Mundial no se desarrolla a la misma velocidad en todos los países</p><p>&nbsp;</p>

Una de las cosas que nos dejó la famosa cumbre de Davos de 2016, o Foro Económico Mundial, fue el libro escrito por Klaus Schwab, padre del evento, quien ante más de dos millares de asistentes proclamó el comienzo de una nueva era industrial, la cuarta según la historia. Esa revolución tiene otros componentes que hoy hacen parte de la cotidianidad en todos los rincones del mundo y que nos han transformado la vida, por ejemplo, internet, los teléfonos inteligentes y la nube. Todo un arsenal de aplicaciones basadas en las comunicaciones que harán que la segunda década del siglo XXI tenga como principio la conectividad omnipresente de la inmensa mayoría de las cosas que nos rodean.

Una reflexión afortunada, pero alejada de las necesidades del día a día que marca la subsistencia de la inmensa mayoría de la población mundial. Con un telón bastante oscuro en temas como la economía, la política, la seguridad global y el medio ambiente, se realizó una nueva versión del Foro al que asisten algunos de los hombres más ricos e influyentes, así como mandatarios y dirigentes de varios países. La cita se realiza al comenzar cada año desde comienzos de los años 90 y en esta oportunidad el lema fue “Dominando la Cuarta Revolución Industrial”, que Schwab explica de la siguiente manera: “existen muchos desafíos en el mundo actual y siento que uno de los más fuertes y con mayor impacto es dar forma a la Cuarta Revolución Industrial, dada la velocidad, la amplitud y la completa innovación en los sistemas del cambio tecnológico en marcha. Los desafíos son tan abrumadores, como alentadoras son las oportunidades”.

Sin duda que la reunión tiene gran importancia, pues nadie puede desconocer que merece la mayor atención una cita que reúne -entre otros- a las 62 personas más ricas del orbe, cuya riqueza es equivalente a la que posee 50% de la población más pobre del planeta, o a voceros del uno por ciento de los habitantes de la tierra que tienen tanto dinero como el 99% restante, de acuerdo con datos de la organización Oxafam, tomando cifras del Credit Suisse. Pero no hay que hacerse ilusiones sobre los resultados de la cumbre, como se ha demostrado en años anteriores, ni en términos de acciones o de previsiones. Por ejemplo, en la reunión de comienzos del año pasado, no se previó nada acerca de la crisis petrolera que hoy afronta el mundo y menos del impacto que sobre la seguridad mundial ha traído los problemas en el Medio Oriente.

El mundo espera aportes más concretos de quienes detentan el poder real en la política y en la economía o al menos den luces acerca de lo que seguirá si continúa el declive de la economía china, los precios de las materias primas siguen en barrena, se mantiene la invasión de refugiados en Europa como consecuencia de los conflictos que se libra en Oriente Medio y que cuenta con el apoyo de las grandes potencias de occidente. En pocas cumbres como esta del Foro, la coincidencia de eventos sociales ha sido tan evidente con hechos como el derrumbe de las bolsas chinas, señal inequívoca de que el panorama no pinta bien y que los negocios de los más poderosos pueden afectarse considerablemente o de las olas de inmigrantes que hacen prever una crisis humanitaria sin precedentes.