De un cambio de época, a una época de cambio

Las épocas de cambio están marcadas por las modas que se vuelven tendencias y terminan revolucionándolo todo. Pensemos en el necesario hábito de usar la banca digital, es decir, lo prioritario para las personas administrar sus consumos, pagos e ingresos desde un computador o un teléfono celular; es un auténtico ejemplo de una época de cambio en el que las sucursales físicas de las entidades financieras son una suerte de oficinas vetustas a las que solo se acude cuando hay un asunto de marca mayor, pero no para simples temas habituales.

Pasar de las sucursales físicas a las virtuales es el mejor ejemplo de una época de cambio; mientras que un cambio de época es saltar de un tiempo a otro; de un cuatrienio a otro, de un año a otro, es una percepción puramente cronológica, no comportamental. Para un joven estudiante que termina su bachillerato e ingresa a la universidad, el cambio de época se explica en el entretiempo de ser bachiller a ser primíparo universitario, pero la época de cambio le conlleva las nuevas jornadas de aprendizaje, la independencia en las asignaturas, la dispersión en sus nuevos compañeros, en fin, una cascada de cambio que determinarán su futuro.

Nada menos está experimentando el mundo. El camino, la hoja de ruta o el derrotero del desarrollo lo están marcando los siete magníficos, o las siete magníficas, en alusión a la clásica película del oeste. Se refiere a las siete grandes corporaciones tecnológicas que hoy dominan el mundo financiero, manufacturero, industrial y la seguridad: Apple, Microsoft, Alphabet (Google), Amazon, Nvidia, Meta (Facebook, Instagram, WhatsApp) y Tesla.

Ninguna menos poderosa en todos los mercados del mundo que sus colegas; grandes multinacionales que han sabido leer el mundo y tomar decisiones que hoy las mantiene siempre en la cima de las decisiones; todas estadounidenses, todas ligadas al más cerrado círculo del poder y que son las corporaciones que están marcando el cambio de época, no solo en la carrera desenfrenada por aplicar la inteligencia artificial en todos los rincones de la actuación humana, sino que sus valores accionarios se multiplican sin parar.

No solo son algunas de las acciones más transadas, las de mayores valores, sino las factorías de tecnología que reclutan a los mejores financieros, ingenieros, diseñadores y científicos en general. La popular afirmación de que el mundo en los últimos 50 años ha progresado más que en todos los anteriores, no es debatible, e incluso puede ampliarse a que esta época de cambio es tan frenética y trepidante en lo tecnológico y geopolítico que puede cambiar la manera de cómo es el mundo en pocos años.

Las guerras por el dominio de la IA, los drones en los campos de batalla, las empresas privadas en camino al espacio, los aranceles para las importaciones, la caída de la natalidad y las masas de inmigrantes a los países desarrollados, solo son algunos de los elementos de la ecuación de cambios inminentes en el concierto internacional. Los modelos de inteligencia artificial solo datan de 2022, con OpenAI y ChatGPT en la escena empresarial, una carrera que, en voz de los expertos, va a velocidades muy altas que muy pronto desordenará incluso las estructuras sociales y culturales más sólidas, como los grandes conglomerados y las universidades, pero siempre en el foco de cada desarrollo está el simple consumidor quien decide qué hacer para no quedarse al margen.