Editorial

Debe haber productos libres de deforestación

Áreas deforestadas en Colombia

A Los dos últimos gobiernos los une su gran preocupación por la amazonía, mientras cada día la deforestación avanza en su camino de destrucción sin que nadie logre detenerla

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Diario La República · Debe haber productos libres de deforestación

Con la Amazonía está pasando lo mismo que con el Pacífico colombiano: mucho foro, mucho viaje, muchas fundaciones, muchas ONG preocupadas, pero al final nadie lograr avanzar en que el país proteja de manera sostenible o explote comercialmente, dichas riquezas naturales y poderío geopolítico.

Tanto el pasado gobierno de derecha del expresidente, Iván Duque, como el actual de izquierda, en manos de Gustavo Petro, han concentrado gran parte de su discurso en eventos internacionales en asuntos como la sostenibilidad, transición energética, ambiente y Amazonía; eso está bien, Colombia como ningún otro país del Pacífico y la Amazonía, tiene el liderazgo en esos temas cruciales para la humanidad, pero es muy poco lo que se ha avanzado en cosas concretas, ninguno ha logrado bajar de la palabrería y el Power Point a hechos concretos.

Por ejemplo, Javier Milei, el presidente argentino, entiende mejor las cosas al darle continuidad a una idea de su antecesor, Alberto Fernández, y ratificar un ambicioso plan piloto de cara a la protección del ambiente: el proceso de certificación de que la harina de soja exportada a Europa proceda de zonas libres de deforestación.

Muchos departamentos colombianos tienen la obligación global de proteger el medio ambiente y empezar a certificar los productos que llevan a los mercados locales e internacionales. Mucho deben hacer Chocó y Antioquia con el oro que extraen para crear un sello de protección ambiental de su industria extractiva; lo mismo los ganaderos de los Llanos Orientales, la región Caribe, el Magdalena o Urabá, con la crianza de sus semovientes, máxime ahora que están enfocados a exportar carne a países de Europa, África o Asia.

Los sellos de productos libres de deforestación son una necesidad concreta que pueden llevar consigo un incentivo para sus productores de impuestos o acceso a créditos más baratos de fomento agropecuario.

Mientras uno de los ministros, presidentes o líderes locales habla en un auditorio internacional de calentamiento global y protección medioambiental, una motosierra o un tractor destruyen en menos de una hora el tamaño de una cancha de fútbol en una selva tropical o en una zona de páramo.

Es imperativo que las autoridades ambientales colombianas se tomen en serio su cuarto de hora y más allá de decretar, prohibir, normalizar prácticas ancestrales de deforestación, piensen en incentivos, proyectos que cambien la cultura de destrucción, pero que ante todo, desarrollen ideas y planes más sanos, con tecnologías de punta que protejan bosques, ríos, páramos, ríos, manglares y mares.

Colombia debe identificar las vocaciones agroindustriales que le generen competitividad internacional, poner sellos verdes con incentivos y aportarle al mundo una manera distinta de hacer las cosas, en pocas palabras una verdadera economía verde libre de destrucción sin control o por lo menos circular.

Diseñar programas y productos que motiven a los empresarios del campo colombiano a adoptar identificativos libres de daños ambientales es una necesidad que brilla ante tanta retórica de los gobernantes. Colombia es uno de los países más ricos en biodiversidad que debe protegerse, pero sin frenar la producción, solo generar una nueva manera de hacer las cosas para enseñarles a los vecinos y al mundo entero que se puede convivir satisfaciendo necesidades sin ser un depredador.

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