Editorial

Del sombrero vueltiao al proteccionismo

La reflexión debe ser evaluar la eficiencia del aparato productivo con el cual se quiere entrar a los tratados de libre comercio

La reflexión debe ser  evaluar la eficiencia del aparato productivo con el cual se quiere entrar a los tratados de libre comercio
Nadie pone en duda que el Gobierno debe actuar de manera enérgica para proteger a la producción nacional cuando es atacada por mafias, organizaciones ilegales del contrabando y la competencia desleal que usan recursos ilícitos del narcotráfico. Y en ese orden de ideas, lo que ha ocurrido en las últimas semanas merece una reflexión juiciosa y alejada de cualquier vestigio populista o del intento de utilizar herramientas anacrónicas que bajo el manto de una falsa protección, esconden prácticas para estimular la ineficiencia y una baja productividad. 
La decisión rápida del gobierno de prohibir la venta de sombreros “voltiaos” traídos de China debe ser aplaudida por atentar contra la propiedad intelectual  de la cultura Caribe y porque son objeto de subfacturación. Sin duda que la acción oficial debe extenderse hacia otros renglones que también necesitan hacer valer sus derechos de marca, cosa que muchas veces se desprecia en el país. Sin embargo, el asunto no debe quedarse aquí, sino que se debe plantear en términos menos folclóricos a los que ha alcanzado y entrar a evaluar el verdadero sentido de lo que debe ser la protección a la producción tomando en cuenta aspectos como los precios relativos y las preferencias de los consumidores. Resulta por lo menos discutible saber el por qué sombreros hechos tan lejos, llegan a precios tan bajos que resultan atractivos. 
En el caso del producto autóctono y en general de la industria local que enfrenta la competencia de las importaciones dentro de un marco legal como es la que se pregona aquí y afuera y que ha llevado a defender la firma de varios tratados de libre comercio, la reflexión verdadera debe ser la de evaluar la competitividad y eficiencia de nuestro aparato productivo con las cuales se pretende entrar a los mercados internacionales. Y esto no solo es válido para nuestros productores caribeños de sombreros.
Por eso, preocupa la decisión de establecer aranceles a la importación de textiles, confecciones y zapatos con el simple argumento de estimular la producción encareciendo la entrada de la competencia extranjera porque se sospecha de que los precios son demasiado bajos. Además, resulta dudoso que eso se pueda decidir tan fácilmente, cuando la OMC tiene mecanismos claros para castigar las prácticas desleales de comercio. La presión de los distintos sectores para que se establezcan barreras a la entrada de importaciones no se ha hecho esperar. Y mucho hay que temer que el Gobierno tenga la capacidad para no atender esos pedidos, muy propios de antes de los 90, cuando se creía que la mejor manera de estimular el crecimiento era cerrando la economía o estableciendo barreras arancelarias. Luego se comprobó que la autarquía solo estimula la ineficiencia y reproduce el contrabando.