Dos indicadores para ponerles más cuidado
miércoles, 10 de diciembre de 2025
El costo de vida sigue siendo el tercero más alto de la región, por encima de 5%, al tiempo que la tasa de interés -en consonancia- dispara la financiación, factores que no funcionan
Editorial
El costo de vida en Colombia solo es superado por el de modelos económicos en problemas o fallidos, como es el caso de Argentina (25%) y Venezuela (200%), respectivamente, un 5% en inflación es más que alarmante, máxime cuando todos los países con economías de mercado lograron reducir su variación de precios generada en tiempos de la pandemia de hace ya más de cinco años. La ortodoxia económica dicta que cuando los precios son elevados, sus variaciones erráticas, hay dinero circulante no identificado y la oferta en simetría con la demanda no son monitoreados.
El problema de la inflación se torna crónico, como empieza a ser el caso colombiano que logró reducir el costo de vida a menos de un dígito desde comienzo de siglo, pero que luego de la pandemia en 2020, las cosas perdieron el rumbo hasta subir a 13% y desde entonces el Índice de Precios al Consumidor no ha sido un problema, pues para las familias de menores ingresos la alta inflación es el peor de todos los impuestos. El Banco de la República tiene el mandato constitucional de controlar la inflación, o más popularmente, de hacer que los ingresos de los 52 millones les alcancen para realizar sus gastos mensuales, para ello utiliza el costo del dinero para intervenir el mercado, subiendo o bajando las tasas de interés que le cobra a los bancos del sistema financiero.
El Emisor lleva casi medio año con tasas elevadas de 9,25% que al transferírselas a los ahorradores, cuentahabientes, inversionistas o clientes ordinarios, se traduce en tarjetas de crédito a casi 25%, hipotecas al 10% y otros créditos rotatorios por encima de 15%; eso sin tener en cuenta el verdadero costo del dinero formal para los clientes que tradicionalmente no tienen acceso a los bancos que puede superar 50%, en términos de costo de préstamos en microcréditos. Bien se puede plantear que si la economía colombiana, antes de 2030, no normaliza una inflación no superior a 2,5% y unas tasas de interés del Emisor de 5%, la economía de las empresas y de las familias seguirá postrada en un sinfín de cero progreso, de simple subsistencia.
La inflación de noviembre pasado presentó una leve desaceleración frente a octubre, y nuevamente el Banco de la República no alcanzará la meta de inflación que era 3%. Un hecho que solo perciben las familias de menores ingresos es que todo está muy costoso, más aún, ahora que políticamente el salario mínimo se va a incrementar por encima de dos dígitos con la disculpa de que las personas y sus familias necesitan mayores ingresos, cometiendo el error de que la expectativa de incrementos se trasladará a todos los costos, tales como el transporte, los alimentos, los peajes, los combustibles, la educación, la salud.
Los gobernantes y los políticos deben romper el ciclo de precios altos, la economía colombiana debe dejar de siempre estar en el borde de la pobreza; romper el ciclo es crear una economía y un mercado en donde los precios no suban por especulación o por la simple percepción de que los consumidores están ganando más dinero -vía incremento irreal del salario mínimo- sino que haya una estructuración de los mercados más sensata, ya para ello los roles y funciones del Ministerio de Hacienda y el Banco son fundamentales; hacer política con salarios, inflación y costo del dinero es un bucle que hay que romper.