Editorial

Dos ministerios que no arrancan

<p>Los nuevos ministros de Minas y de Agricultura no han comenzado su ejercicio en un momento clave del Gobierno</p>

Ya pocos se acuerdan de que el sector agropecuario y la minería eran dos locomotoras del desarrollo para Colombia en el presente cuatrienio. Pero las circunstancias sociales, políticas y económicas hicieron que solo avanzaran unos pocos kilómetros de sus estaciones. La política agropecuaria se desnudó después de los paros campesinos del 19 de agosto y se puso en evidencia que las asimetrías entre los productores y comercializadores eran más profundas de lo pensado y que hay una fuerza social en el campo que se hizo sentir por primera vez en la historia reciente. En cuanto a la política minero energética, está claro que hay un choque ideológico entre los ambientalistas y los empresarios de la minería, y peor aún, que hay un poder superior intocable que se llaman “licencias y consultas previas” que no dejan avanzar ningún proyecto.

Para solucionar esas dos circunstancias, el Presidente cambió los ministros de esas carteras, pero está comprobado que se equivocó de forma grave, pues el ministro de Agricultura, Rubén Darío Lizarralde, tiene muchos frentes de polémica que no le han permitido comenzar a trabajar. No está claro si tiene impedimentos, incompatibilidades o simplemente, muchos enemigos políticos; lo cierto es que no ha podido hacerse cargo del Ministerio en un momento clave en el diálogo con los campesinos, de cara a los tratados de libre comercio y del desarrollo productivo. Los sectores de centro izquierda del Congreso ya le midieron el aceite y lo tienen de comisión en comisión y de citación en citación, en toda una suerte de carrusel que lo ha desgastado antes de comenzar a trabajar.

Con el ministro de Minas y Energía, Amylkar Acosta, sucede lo mismo. ¿Cómo puede aceptarse un ministro de Minas que está impedido para manejar la fórmula que maneja el precio de los combustibles? De lejos, es un contrasentido muy grande que poco se entiende. Y es que el ministro Acosta también se ha equivocado. Debía nombrar con carácter urgente a su director de la Agencia Nacional de Hidrocarburos para que le ayude con las políticas públicas en materia de explotación de petróleo, pues era un imperativo mantener el millón de barriles diarios. Y hoy no tiene ni lo uno ni lo otro: la producción bajó notablemente y el director de la importante ANH no se ha posesionado en la oficina rectora de la explotación de hidrocarburos.

Ya los nombramientos fueron hechos y los ministros de Minas y de Agricultura están posesionados en sus puestos. Ahora solo bastará a esperar que puedan empezar a empujar las mal llamadas locomotoras del desarrollo que necesitan maquinistas libres de toda incompatibilidad e inhabilidad para que puedan ayudar a desarrollar al país