Editorial

Ecos del día sin carros ni motos y las bicis eléctricas

<p>Siempre hay un lugar común luego del día sin carros ni motos en Bogotá y es la reflexión sobre el futuro de la movilidad en las ciudades</p>

La primera jornada sin carro en Bogotá fue el 24 de febrero de 2000 y surgió como una actividad de cultura ciudadana que fue calando entre los habitantes de la capital colombiana, quienes desde 1995 venían disfrutando de la ciclovía dominical, que a su vez tuvo origen en 1975. Año tras año la actividad compromete a más personas que deciden no usar carros ni motos para utilizar el servicio público, andar en bicicleta, caminar o teletrabajar. La iniciativa, copiada en varias ciudades de Colombia desde entonces, se ha convertido en una jornada de reflexión no solo de la movilidad urbana sino de modo de vida y de protección ambiental. No obstante sus buenos resultados, todavía hay choques generacionales, económicos, políticos y sociales. A las personas más mayores (generación Baby Boomers) aún les cuesta pagar un taxi no planeado en sus cuentas para salir de su casa durante ese día; a los trabajadores que desempeñan cargos importantes (Generación X) les mortifica tener que trabajar desde su casa o andar en bicicleta, mientras que a los Millennials, la jornada les cae como anillo al dedo y aprovechan para salir a la calle, ir a sus trabajos, a estudiar o socializar en transporte público, bicicleta o simplemente caminando. Es todo un choque generacional en el cual no se puede generalizar sobre el aprovechamiento en cada segmento, pero en términos generales esas son las tendencias más marcadas entre abuelos, padres e hijos. Para caminar o montar en bicicleta hay que estar en buena forma física y no todos los bogotanos cumplen esa primera norma, lo otro es que la jornada siempre deja muchas reflexiones como ampliarla para más días al año o como acaba de proponer el alcalde, Enrique Peñalosa, hacerlo durante tres horas al día. Hay ideas y fórmulas que mejoran la conexión de las personas con una ciudad que cumple con las condiciones de moverse en bicicleta, tales como el clima y la altimetría de sus vías. La bicicleta y la caminada le hacen bien a la ciudad y quienes practican estas dos formas de movilidad. Ahora bien, que el Ministerio de Transporte le pusiera normas a la circulación de los vehículos automotores de tipo ciclomotor, tricimoto y cuadriciclo de combustión interna o eléctrica, entre estos las  motos eléctricas, es una medida acertada que se pedía a gritos entre los usuarios diarios de las ciclorutas. Esta reglamentación le pone coto a las bicicletas eléctricas o motos con pedales que son un problema de seguridad vial en las principales calles de las ciudades colombianas. Así las cosas, la prohibición de estos vehículos en las vías peatonales y ciclorutas más la propuesta de destinar tres horas diarias en Bogotá para que la gente ande en bicicletas o a pie son resultados de una jornada que ya va para las dos décadas y que con el paso de los años dicta las normas de unos ciudadanos más amigables con el lugar en donde viven.