Editorial

El canibalismo en contra de Angelino

Oponerse a que el Vicepresidente sea director de la OIT es una muestra de mezquindad que nada bien le hace al país.

¿Qué mal le representa al país económico, político o social que un colombiano se convierta en el nuevo director mundial de la Organización Internacional de Trabajo? Ninguna. Con la férrea oposición de algunas centrales obreras y de unos pequeños sectores políticos regionales a la designación de Angelino Garzón en el alto cargo mundial, queda demostrado que hay sectores `caníbales` con los intereses generales.Es absolutamente mezquino atravesarse a la posibilidad de que el otrora sindicalista, ministro, gobernador y ahora vicepresidente, pueda llegar a tan importante cargo a nivel global con sede en Suiza; justamente, para que trabaje en pro de los intereses de los trabajadores del mundo y de los propios colombianos amenazados por los actores armados.No se entiende por qué colectivos obreros colombianos, antes cercanos al Vicepresidente, ven en esa posibilidad un problema de marca mayor que los obliga a movilizarse e incluso a hacer lobby internacional para que eso no suceda. Estropear esta posibilidad puede ser una de esas anécdotas históricas que se recordarán por muchos años como una de las señales de la grave miopía nacional.Uno de los argumentos más peregrinos, que esgrimen abiertamente en los medios de comunicación los opositores a esa posibilidad, es que Colombia no es un país digno de premiarse en las esferas internacionales con tan alto cargo porque este es el país en donde más asesinan sindicalistas.Eso es verdad a la luz de las estadísticas de la misma OIT, pero ese argumento puede ser tomado a favor para poner en esa peleada dirección a un hombre que como ningún otro en este hemisferio conoce los pormenores de los conflictos obrero patronales y de amenazas de actores armados. No solo no suena bien, sino que deja un mal sabor que los sindicalistas opositores ejerzan presiones internacionales para que su excompañero fracase en esa intención.Es cierto que el Vicepresidente -como todos sus antecesores- no tienen un espacio político ni ejecutivo real en el Gobierno y terminan siendo unas `ruedas sueltas` a la espera de meterse en temas que no entienden, o dedicándose a lo que les pongan, pero de allí a impedirle a toda costa que un colombiano lidere esa oficina en Suiza es una actitud inexplicable en escenarios internacionales.Garzón no ha podido trabajar con varios ministros de economía, como tampoco ha sabido alinear a las centrales obreras en torno a la administración Santos, situaciones que se aclararían si el Vice alcanza tan importante puesto.Con el caso de la OIT queda demostrado que el funcionario no es cuota de los sindicalistas ni que logra simpatizar en algunos sectores del Gobierno Nacional. Ojalá tengamos director de la OIT.