Editorial

El cuento de la competitividad no pasa del PowerPoint

<p>Para ser más competitivos debemos pasar del dicho al hecho, del PowerPoint a la práctica, de lo contrario seguiremos cediendo terreno.&nbsp;</p>

Una de las palabras más utilizadas en las ponencias, debates, paneles y cientos de artículos sobre el mundo de la economía, las finanzas y los negocios, es competitividad. Es una suerte de mantra que se repite sin parar en todos los espacios de discusión académica, y por lo general, se encuentra en dicha palabra la raíz de casi todos los problemas de la economía colombiana. Los productores no son competitivos; los productos no compiten en el exterior; la mala infraestructura es la causa de la baja competitividad; la calidad de la educación no genera competitividad; el sistema financiero está rezagado en competitividad; no hay inversión en innovación y desarrollo, por eso no somos competitivos; la falta de seguridad jurídica nos hace poco competitivos, en fin. Toda discusión o diagnóstico en el mundo subdesarrollado tiene un final y es que seguimos siendo poco competitivos; y en donde somos líderes es en asuntos y productos primarios de poco valor agregado, es decir, cosas que se dan silvestres.

Lo triste del asunto es que el Estado y el sector privado han diseñado todo un sistema de competitividad para avanzar en el asunto; hay grupos de trabajo; hay profesionales idóneos viajando por el mundo para ver experiencias; se escriben columnas y estudios; hay un informe nacional de competitividad; existe un Consejo Privado de Competitividad, toda una suerte de acciones que demuestran que por más que trabajemos (más de una década identificando problemas) seguimos a media tabla en los listados mundiales. El último de los indicadores dados a conocer, el del Foro Económico Mundial, muestra como Colombia no avanza a la luz de su informe anual de competitividad que mantuvo al país en la casilla 61 entre 138 países, el mismo puesto de hace un par de años.

En América Latina, los mejores clasificados son Chile (33), Panamá (42), México (51) y Costa Rica (54) y Colombia, que entra de quinto. No es una consolación, pero Brasil cayó al puesto 81, Argentina está en el 104 y Venezuela en el 130, todas ellas economías en franco deterioro por situaciones políticas y por el precio de las materias primas. Seguimos muy mal en todas las variables que se revisan periódicamente: instituciones, infraestructura, macroeconomía, salud, educación, mercado laboral e innovación, entre otras, que son revisadas por el Foro Económico, el Banco Mundial y el IMD de Suiza. Hay problemas estructurales de vieja data que tienen que ver ineludiblemente con la falta de compromiso de los responsables en el tema; la incapacidad de articular políticas públicas en favor de la competencia internacional y de convocar a las empresas a trabajar para ser más competitivas. En todos los congresos gremiales, en todos los escenarios académicos solo se ven presentaciones en PowerPoint o Prezi diagnosticando la falta de competitividad, pero nunca avances concretos.