Editorial

El dilema gremial: ¿ser o hacer política?

<p>El debate electoral que esta semana llega a su clímax ya involucró a los gremios. ¿Pueden o no hacer política?</p>

Los gremios de la producción en Colombia son históricas instituciones muy importantes que han hecho de la economía nacional una de las más sólidas de la Región. El avance gremial se nota en varios de los sectores y se siempre han sido jugadores políticos, pues mucho de su razón de ser es articular intereses ante los poderes establecidos. ¿Quién sino los gremios económicos son los responsables de diligenciar los intereses de los empresarios ante el Congreso, el Gobierno, las cortes e incluso en los medios de comunicación?

Es una manera simple y evolucionada de dialogar o hacer converger, traducir o sincronizar los intereses privados con los públicos. Es limar o afinar los intereses colectivos de un sector de la producción en pos de un bien superior general como es el bienestar del país económico. Hasta aquí se entiende la función de interlocutores políticos de los gremios, pero su papel no es solo ese, es también apoyar el desarrollo, la innovación, la responsabilidad social y, sobre todo, las investigaciones académicas y tecnológicas. Este segundo bloque de actividades ha estado más avanzado en unos gremios que en otros. Bien podríamos decir que hay unos gremios que se quedaron solo en lo político, mientras que otros están en una segunda etapa mucho más evolucionado como es el aporte investigativo.

¿Pero por qué tanta alarma cuando nombres y logos fueron usados por una campaña presidencial? No hay una respuesta clara, pero fueron ‘pillados’ in fraganti en una actividad que deben analizar, rechazar o aceptar irremediablemente. Lo que todos los actores políticos saben es que los gremios hacen política y sus puestos de liderazgo e interlocución son plataformas para acceder a alcaldías, gobernaciones, congreso o presidencia. No hay nada malo que los gremios respalden a un candidato abiertamente, pero solo si ese es el mandato mayoritario de sus afiliados. Para nadie es un secreto que hay políticas públicas afines más a unos empresarios que a otros. Además, los empresarios son grandes aportantes a las campañas, entonces por qué negar que los gremios sean militantes de los partidos.

Si bien hay justificación de ese comportamiento de militancia política, no hay razón para que algunos gremios no conozcan la diferencia entre hacer política y la politiquería. Lo defectuoso de esta situación es que hagan política desde el gremio a espaldas de sus afiliados y que usen recursos parafiscales en beneficio de un candidato. Obviamente, lo que sucede con los gremios es similar a lo que pasa en varios estamentos de la sociedad. El debate debe darse al interior de los gremios y debe haber una postura individual de cada afiliado sobre el respaldo. El pecado está en hacerlo a escondidas de quienes pagan una cuota de afiliación.