Editorial

El dinero tiene que servir, no gobernar

El papa condena la “dictadura de la economía” y dice que la crisis ha empeorado la vida de millones de personas

El papa condena la “dictadura de la economía” y dice que la crisis ha empeorado la vida de millones de personas
El recientemente elegido Francisco I tiene un discurso muy social más cercano a la economía que a las posturas doctrinales tradicionales del ‘representante de Cristo en la Tierra’. La semana pasada hizo gala de un arsenal de conceptos de mercado que sorprendieron a los embajadores en el Vaticano. Dijo entre otras cosas que es imperativa una reforma al mundo financiero y condenó a la desalmada “dictadura de la economía” que ha empeorado la vida de millones de personas en los países ricos y pobres.
Pero lo más elocuente fueron estas palabras: “el dinero tiene que servir, no gobernar”. Siete palabras cargadas de tesis ideologizadas, que dichas ante los embajadores o representantes diplomáticos de gobiernos ricos y pobres ante la Santa Sede, durante su primer discurso diplomático, empiezan a vislumbrar lo que será el nuevo discurso del Vaticano en materia económica. También le pidió a los estados a tomar un mayor control de sus economías y proteger a los más débiles.
Las palabras del Papa son sinceras y oportunistas porque es evidente que la crisis económica ha creado temor y desesperación entre muchos jóvenes europeos y en algunos países emergentes disminuyó la alegría e incrementó la violencia y la pobreza (...) Todo esto ocurre -según Francisco- mientras más personas necesitadas tienen problemas para subsistir y lo hacen en condiciones indignas. “Hay una necesidad de reforma financiera, junto con líneas éticas que produzcan una reforma económica para beneficiar a todos (...) Y retoma pasajes bíblicos cuando advierte: “hemos creado nuevos ídolos. La antigua veneración del becerro de oro ha tomado una nueva y desalmada forma en el culto al dinero y la dictadura de la economía, que no tiene rostro y carece de una verdadera meta humana”.
Lo que más llama la atención en las tesis económicas de Francisco es que está cargado de propuestas keynesianas cuando manifiesta que haya un mayor control estatal sobre las economías (...) “Mientras que el ingreso de una minoría está creciendo exponencialmente, el de la mayoría se está desplomando (...) Este desequilibrio es resultado de las ideologías que sostienen la absoluta autonomía de los mercados y la especulación financiera y, por lo tanto, niegan el derecho de control a los estados, que son los encargados de bregar por el bien común (...) Se ha establecido una nueva, invisible y, en ocasiones, virtual tiranía, una que unilateralmente e irremediablemente impone sus propias leyes y reglas”.
Discutibles o no, las palabras del Papa se riegan en un contexto internacional de crónica recesión en los países europeos y de recalentamiento en las economías emergente. Y por supuesto en Colombia no estamos vacunados contra ambas tendencias.