Editorial

El espacio es el nuevo Everest de ricos y famosos

Los multimillonarios y algunos famosos están dando un salto que antes solo lo hacían los gobiernos, ir al espacio, moda que se ha vuelto una tendencia y que abre un nuevo horizonte

LR

¿Y ahora qué? Se puede preguntar sobre la carrera espacial de los multimillonarios estadounidenses que pronto será copiada por sus gregarios de otros países y poco a poco descenderá en la escala socioeconómica hasta llegar a ser una moda; para eso falta algunas décadas. Jeff Bezos, Richard Branson y Elon Musk, han lanzado su propia versión de la conquista espacial que no ha dejado de ser, a la luz de los expertos, un enorme desperdicio de dinero y científicamente inútil.

Salir de la atmósfera se ha convertido en un capricho de multimillonarios en medio de una pandemia y ha ocupado gran espacio en los medios de comunicación quienes no han dudado en calificar la tendencia en la nueva era del turismo, quizá comparando las iniciativas con las oscuras intrigas de la Guerra Fría que llevó a la extinta URSS y a Estados Unidos a desarrollar gran poderío militar y avances tecnológicos hoy populares.

Entre finales del siglo XIX y comienzos del XX, los millonarios ingleses, franceses y alemanes eran activos viajeros que navegaban ríos inhóspitos, cubrían grandes selvas, eran nómadas en desiertos o convivían con tribus perdidas en los rincones del mundo.

Durante los años 80 y 90, otro grupo de millonarios más audaces popularizaron alcanzar las grandes cumbres; el Everest fue el objeto más preciado logrando desarrollar una industria que ha convertido a la cima de 8.848 metros en un destino turístico de acceso para los menos ricos siempre y cuando paguen el precio de vivir la experiencia. Eso parece ser lo que sucederá con el espacio, el nuevo objeto del deseo de ricos y famosos que tienen el acceso y los medios para conseguirlo.

El camino espacial de los multimillonarios no se debe dejar pasar desapercibido y es factible afirmar que con el paso de los años puede convertirse en una moda, no en muchas décadas, cuando los precios hayan bajado, se de la competencia entre las empresas dedicadas al espacio y se divulgue la novedad de la experiencia vital.

Por ahora, no deja de ser un esnobismo caro, mal entendido en un mundo que le reclama a los millonarios más compromiso con la salud, el calentamiento, la seguridad o la pobreza. Pero siempre la última palabra la tendrá el dueño del capital y quien trabaja por él, pues luchar contra la pandemia, la deforestación o sacar a millones de personas de la pobreza son asuntos de los gobiernos, pues los ricos y exitosos empresarios pagan muchos impuestos para que los gobernantes hagan su parte. Criticar los viajes espaciales por onerosos e inútiles para la ciencia es una auténtica ligereza mediática cargada de buenísimo. Cada vez más nuevas empresas y otros exploradores espaciales se sumarán a una inédita carrera por conquistar el espacio, como otrora lo hacían los gobiernos.

Ese es el verdadero cambio y la novedad, que quienes deben desarrollar las posibilidades que brinda el espacio sideral son los dueños del capital y las empresas que tienen esa especialidad, conocimiento y prioridad entre sus fines corporativos.

Los gobiernos deben dedicar sus escasos recursos a mermar la precariedad de sus sociedades, sacar a sus ciudadanos de la pobreza y garantizarles la seguridad y las necesidades básicas satisfechas. No es nada malo que el espacio sea el nuevo objeto del deseo de las personas exitosas que quieren abrirle nuevas fronteras al desarrollo de la humanidad.

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