Editorial

El esquivo crecimiento que aporta la paz

Está sobreanalizado que un acuerdo de paz con las guerrillas oxigenaría la economía con un par de puntos de crecimiento

Está sobreanalizado que un acuerdo de paz con las guerrillas oxigenaría la economía con un par de puntos de crecimiento
El país que todos soñamos debe ser incluyente, en donde los discursos sectarios, parcializados y mezquinos tienen poca cabida. Y lo reiteramos de manera enfática, porque son muchas décadas en las que una clase dirigente obsoleta no ha podido plasmar un acuerdo de paz con los grupos guerrilleros para que dejen sus actos terroristas, el tráfico de drogas, el reclutamiento de niños y la delincuencia asociada al secuestro y la extorsión. Nos ha quedado grande construir un país en paz.
Son muchos los líderes de ideologías extremas y guerreristas que siguen abiertamente oponiéndose a una salida política del conflicto, y otros tantos ocultos o agazapados que se enriquecen con la guerra que ha desangrado a Colombia en las últimas cinco décadas. Hay generaciones enteras de colombianos que no han tenido un día de paz en sus vidas y hay otros que se han enriquecido en medio de las tomas guerrilleras, los soldados emboscados y los policías asesinados a mansalva. Es cierto que la guerra en sí misma es un negocio y que hay intereses fundamentados que se arrinconan a la banda para no perder licitaciones cerradas, venta de armamento, servicios de seguridad y todos los dividendos económicos que siempre trae un país en guerra interna.
Los últimos estudios de prospección económica sobre el conflicto armado evidencian que un acuerdo de paz le aportaría al Producto Interno Bruto anual dos puntos adicionales de crecimiento, los suficientes para cuñar un PIB del 6% o del 7%, que sostendría una tasa de desempleo generalizado en un dígito. Obviamente, las cosas no pueden siempre justificarse a la luz de los números del Dane, pero un país en paz no solo atrae más inversión, sino que genera desarrollo social. Todos los recursos que hoy se destinan a la guerra, que bien pueden superar el 6% del PIB anual, se deben focalizar a la seguridad nacional, que en fin es la materia prima del bienestar.
No es solo por la cifras, o si son dos o tres puntos de crecimiento en el PIB los que aportaría un acuerdo de paz, es por el imperativo o la responsabilidad que tienen los dirigentes de hoy de entregarle a los colombianos del futuro un país en paz, creciendo y con mucho bienestar. No es un capricho electorero, es una obligación empezar a construir una paz duradera. Obvio, siempre será más fácil seguir haciendo la guerra.