Editorial

El fracaso de la competitividad colombiana

Por donde se mida e independientemente de quien lo haga, Colombia no avanza en materia de competitividad.

El problema no es de ahora, ni el culpable son los paros de la semana pasada ni mucho menos la actual administración Santos. Colombia no es competitivo a la luz de los resultados en los tres rankings mundiales que miden los desempeños de todos los países. Pero lo peor es que en lugar de progresar vamos para atrás cada año. Arranquemos por el último reporte, The Global Competitiveness Report 2013-14, en el que Colombia se estanca y vuelve a ubicarse de 69 entre 148 naciones. Luego está el listado más antiguo que lo entrega el IMD de Suiza, en donde el país no supera el puesto 48 entre 60. Y finalmente, está el Doing Business del Banco Mundial que nos deja en la posición 45 de 185 países en donde la banca multilateral tiene relaciones. No son buenas notas por donde se miren los resultados.
A Colombia no le va muy bien, como tampoco a América Latina que mantiene bajas tasas de productividad y en donde se observa un estancamiento generalizado de la competitividad. Chile (34º) se mantiene a la cabeza de la clasificación regional; Panamá (40º), Costa Rica (54º) y México (55º), se mantienen relativamente estables. Brasil pierde ocho puestos (56º) y Colombia continúa entre los últimos de la región, que “sigue afectada por un funcionamiento de las instituciones débil, infraestructura deficiente e ineficiencia en la asignación de factores de producción, como resultado de un nivel insuficiente de competencia y - aspecto muy importante - una brecha en materia de formación y capacitación, tecnología e innovación que impide a muchas compañías y naciones avanzar hacia actividades de mayor valor añadido”.
Lo más triste del asunto es que la palabra ‘competitividad’ es usada en todas las presentaciones, en todos los discursos y en todas las exposiciones de motivos de los funcionarios públicos. No encontramos la llave de la competitividad a pesar de los esfuerzos de institutos privados y públicos creados para lograr resultados. Es cierto: estamos perdiendo la asignatura de la competitividad y poco a poco otros países que nos compiten en los mercados internacionales nos rebasan sin mayores esfuerzos.
Los tres principales lastres de Colombia para poder ser competitivo son la corrupción; la mala infraestructura y la ineficiencia de los funcionarios públicos. A estos tres problemas estructurales en los que poco progreso se ve se suma uno muy silencioso y más preocupante y es la calidad de la educación de alto nivel. Por ejemplo, en matemáticas y ciencias -según el reporte del Foro Económico Mundial- Colombia está de 108. Un puesto que solo supera a los países más pobres del globo. Y sin educación de calidad, por supuesto nos rajamos en innovación y en emprendimiento. La tarea está toda por hacer.