Editorial

El juego a tres bandas con los aranceles

La firma del Tratado Integral y Progresista de la Asociación Transpacífico, es una respuesta a la amenaza de los aranceles de EE.UU.

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Muy pocos, o casi ningún país, puede alardear que tienen como primer mandatario a un empresario exitoso -quizá Chile con Sebastián Piñera- tal como es el caso de Estados Unidos con Donald Trump. Se nota el estilo de relacionarse con otros países, no solo por que los ve como clientes o proveedores, sino porque conoce sus fortalezas y mide minuciosamente las debilidades del mercado. Todo se puede simplificar con sus recientes palabras en su cuenta de Twitter: “Cuando un país, EE.UU., está perdiendo muchos miles de millones de dólares en comercio con virtualmente cada país con el que hace negocios, las guerras comerciales son buenas, y fáciles de ganar”.

La semana pasada Trump amenazó con establecer aranceles a las importaciones en EE.UU. de acero y aluminio, lo que desató una ola de incertidumbre entre los inversionistas que no contaban entre los eventuales riesgos o pronósticos con una posible guerra comercial. Una medida proteccionista en el motor de la economía global que ocasionaría un efecto dominó y traería el final del ciclo alcista que tanto temen los fondos de inversión de los mercados desarrollados y emergentes.

Pero si bien el coletazo de las amenazas arancelarias, todavía no se nota en los mercados, lo que se apuró fue la firma del amenazada Tratado Integral y Progresista de Asociación Transpacífico (TTP) hecho por los países participantes en la región de Asia y el Pacífico americano. El llamado TPP incluye a 11 países que representan 13,5% del PIB mundial (US$10 billones), entre ellos algunas de las economías de más rápido crecimiento de la cuenca del Pacífico. Fue del acuerdo que primero se retiró Trump hace un año cuando llegó a la Casa Blanca. El TPP busca fortalecer la protección ambiental, la lucha contra la corrupción y los derechos de los trabajadores, al tiempo que establece políticas de comercio digital y las pequeñas empresas, así mismo eliminará completamente los aranceles sobre 95% de los bienes comercializados entre sus miembros. Es una movida de fichas muy ágil motorizada por China. Lo que más le dolerá a Estados Unidos es el capítulo que tiene que ver con las nuevas políticas de comercio digital, un sector en donde los nuevos gigantes, Google, Amazon o Facebook solo tienen a Asia en su horizonte de crecimiento.

La primera gran institución en celebrar fue la Organización para la Cooperación Económicos, Ocde, que ha abogado por una apertura del mercados que apoye el crecimiento sostenible e inclusivo, según las palabras de su Secretario General, Angel Gurría. Para la Ocde, el TPP es un acuerdo moderno y de alto nivel que beneficiará tanto a las empresas como a las familias, creará empleos mejores y más remunerados, y elevará el nivel de protección laboral y ambiental en la región. Pero ante todo es una estratégica movida de fichas antes de que Estados Unidos haga efectiva su alza de aranceles para el acero y el aluminio, jugada que afectaría notablemente a las economías asiáticas y algunas americanas.

Es una jugada a tres bandas porque mientras Trump busca afanosamente cumplir sus promesas de candidato de “America first” y “proteger nuestro país y nuestros trabajadores (...) Si no tienes acero, no tienes un país”, sus otrora socios también se mueven rápidamente para cerrarle la puerta al preciados comercio global de la cuenca del Pacífico.

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