Editorial

El motor de la economía es el consumidor

Febrero no fue bueno para el consumo, una cifra que solo se revierte si cede la incertidumbre y pasa la resaca electoral

Editorial

Cuando los consejeros económicos de un país hablan de desarrollar o incentivar la clase media, no plantean una cosa distinta que motivar el consumo de las personas para que se active la capacidad instalada de las empresas y por defecto se generen nuevos puesto formales de trabajo e inversiones. Si un país mantiene esa dinámica por varios años -garantizando seguridad jurídica, libre competencia y fortalecimiento industrial- lo más probable es que los habitantes de ese país en mención, salgan de la pobreza, las nuevas generaciones estudien y el bienestar social sea una realidad.

No se puede hablar de estudio sin garantizar que los padres de esos estudiantes tengan un trabajo bien remunerado, una seguridad social completa, buena alimentación y una expectativa de vida creciente, cosas que no se logran si los gobernantes de turno no les garantizan a las empresas respaldo para su actividad, seguridad para sus inversiones y protección de sus productos y marcas frente a un mundo globalizado.

Y el eje de un país enfocado en el crecimiento empresarial, como base del desarrollo y la generación de empleos -sin nombrar que las empresas son los mayores contribuyentes- es el consumidor. Es el alfiler de unión o fusible entre la producción empresarial y el Estado; no es sino que miremos el caso de Venezuela en donde ese alfiler de unión o fusible entre el entramado empresarial y un gobierno mediocre, está quemado, está roto. Lo primero que se echa a perder en un país en corto circuito entre la economía de mercado competitiva y un gobierno como ente rector y garantizador de unas reglas de juego, es el consumidor, quien desesperado por bajos ingresos, desempleo, pocos suministros o incertidumbre deja de consumir y rompe la cadena de la producción empresarial que a su vez debe despedir empleados y baja su tributación. Es una manera muy simple de visibilizar -grosso modo- la importancia del ente natural del consumidor y su acción de consumir.

Al final de esta primera quincena de marzo, Fedesarrollo reveló el comportamiento de su Índice de Confianza del Consumidor mediante el cual encontró un balance negativo de 7,8%, lo que representa una disminución de 2,4 puntos porcentuales frente al mes anterior, pero un incremento de 16,5 respecto a febrero de 2017. “El deterioro en la confianza de los consumidores frente a enero obedece a una disminución tanto en el índice de condiciones económicas como en el índice de expectativas del consumidor”, un panorama que empieza a cambiar pero lentamente.

En el componente de expectativas del consumidor, el balance deja también un negativo de 6,6%, mientras que en enero había sido 4,6%, igualmente en zona roja. La luz al final del túnel es que hay una importante mejoría con respecto al segundo mes del año pasado, cuando el dato fue de 19,9, en rojo.
En índice de condiciones económicas, el dato de febrero fue -9,7%; nuevamente peor que el de enero (-6,6%), pero mucho mejor que el de febrero de 2017 (-31%). Las cosas siguen malas en terrenos negativos o en rojo, pero en las tendencias se empiezan a ver mejoras y, por lo general, los años marcados por periodos electorales y eventos deportivos, en el segundo semestre todo se compone. Seguramente durante este 2018 no será la excepción a la tradición y con un nuevo Presidente y Mundial de Fútbol, el consumidor gana más confianza.

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Fedesarrollo - Confianza del consumidor