Editorial

El negocio emergente del año

Los grandes conciertos son uno de los negocios más prósperos que rehacen el espectáculo como movida económica

Los grandes conciertos son uno de los negocios más prósperos que rehacen el espectáculo como movida económica

Hasta hace un año no era común que los artistas de primera categoría tuvieran a Bogotá o a Medellín como lugares de parada en sus giras mundiales. Las razones eran muy variadas e iban desde la inseguridad reinante hasta el desconocimiento local del negocio, pero la mayor rareza era que aquí no prestaban los estadios dedicados al fútbol para este tipo de espectáculos. El dilema en muchas ciudades es si hay que construir un lugar especial para grandes conciertos, tal como se ha manifestado en la capital de la República, una urgencia que antes era de primera necesidad, pero que ahora pasa a un segundo plano con las experiencias de este año.
Colombia es un país de ciudades y de buenos estadios, dos factores otrora subutilizados en conjunto para grandes espectáculos y que este 2012 empezaron a sumarse para atraer artistas de la talla histórica de Paul McCartney, Lady Gaga y Madonna, entre otros. Esa es una de las grandes herencias que nos deja este año que ya llega a su final y que seguramente será más próspera en los venideros. Los pioneros de esta actividad empresarial emergente en el país son los mexicanos de Ocesa y el manager de artistas Fernán Martínez, que dieron la pelea en contra de quienes tenían capturados los estadios por temor a que los conciertos dañaran la grama, un mito que ha sido derribado con creces en Bogotá y Medellín.
Este negocio emergente de los conciertos debe consolidarse en Bogotá y Medellín, pero también debe llegar a ciudades de la misma talla como Cali y Barranquilla que tienen el potencial deseado para albergar artistas de gran convocatoria. El estadio de Pereira y el de Bucaramanga también pueden usarse para conciertos, pues está demostrado que son subutilizados por el mal desempeño de sus clubes profesionales de fútbol. La experiencia de Madonna en Medellín es ejemplificante: las autoridades locales y los empresarios le apostaron a hacer dos conciertos continuos y convocar al país amante de esta actividad de entretenimiento y lo lograron. Aunque también quedó el bache de que la capacidad hotelera de la segunda ciudad más grande del país quedó en entredicho al acabarse las camas y al dispararse el costo de los vuelos a la capital de Antioquia.
Colombia está entrando en otra dinámica y los conciertos son una muestra de ello. Países como Brasil, México, Argentina y Chile han hecho de los conciertos mensuales un argumento de venta adicional de sus ciudades. Ofrecer espectáculos internacionales puede ser más atractivo para generar turismo interno y externo. Medellín lo demostró y Bogotá lo ha absorbido muy bien, ahora solo falta que nos tomemos los conciertos como una locomotora que deja dividendos.