Editorial

El Papa que decidió jubilarse

Muchas enseñanzas deja Benedicto XVI con su decisión de retirarse para dejar que nuevas energías manejen El Vaticano

Muchas enseñanzas deja Benedicto XVI con su decisión de retirarse para dejar que nuevas energías manejen El Vaticano
La noticia más grande del año para el mundo católico es la decisión del Papa Benedicto XVI de retirarse de su pontificado para que la importante responsabilidad la ejerza otra persona con más energías y capacidades de gestión. Detrás del hecho hay grandes lecciones empresariales de enorme valor humano como es el desprendimiento, apartarse del poder seductor y dejar que otros más vigorosos y con más futuro manejen mejor las situaciones.
El  comportamiento corporativo por estos días es justamente el contrario: negarse a hacerse a un lado, a dar oportunidades, aferrarse al poder, armar territorios, y lo peor de todo, hacer andar las empresas al ritmo personal por paquidérmico que sea. Hay pocos ‘benedictos’ corporativos que se hacen a un lado porque se creen indispensables y piensan que sin ellos sus empresas se va a pique. Vivimos un mundo inundado por iconos empresariales contemporáneos. Muchos jóvenes tienen como meta profesional imitar modelos gerenciales de los más exitosos empresarios modernos: Gates, Jobs, Slim, Buffet o Zuckenberg, entre otros, pero poco ven que en hacerse a un lado también hay una virtud cuando las condiciones están dadas, y que ojalá ponga de moda el Papa que ayer renunció a su vida pública al frente de la Iglesia Católica.
Lo normal es que el Papa se hubiera muerto durante su pontificado y que simplemente no hubiera dejado la lección que hoy dicta. No es cobardía, flojera, miedo o desilusión lo que ha hecho Benedicto XVI, es justamente lo contrario entereza, templanza e ilusión de que un hombre más vigoroso, más moderno, más lleno de mundo y capacidades siga llevando la responsabilidad de manejar una de las religiones más importantes del mundo y la más influyente en occidente.
El Papa saliente lo ha visto de esta manera: “cuando percibas los aplausos del triunfo, que suenen también en tus oídos las risas que provocaste con tus fracasos”. El propio conocimiento de las limitaciones personales es el que lleva a este tipo de decisiones absolutamente disruptivas en lo humano y en lo espiritual. La ‘Gran Decisión’ que ha tomado el Sumo Pontífice le abre el camino a las personas que están capturadas en sus mundos corporativos personales  y que no han sido capaces -por cobardía o por ambición- dejar esos puestos de poder privilegiados ocasionando graves pérdidas o cegués sobre el futuro.
El Papa que decidió jubilarse es un llamado a la profunda reflexión humana para el ejecutivo contemporáneo que se niega a renunciar a cosas materiales sin importar su edad o condición corporativa que ocupe. No es abandonar un pontificado es dejar el más grande legado de desprendimiento que  ha ocurrido los últimos años.