Editorial

El peligroso nivel de pugnacidad

<p>Hay que actuar para bajarle el tono a la confrontación, pero es claro que esto se logra si hay voluntad entre las partes</p>

La controversia y la discusión de los distintos problemas y soluciones para el país debe garantizarse por todos los medios, no solo porque de esa manera se generan las mejores salidas a las dificultades, sino porque es una premisa sobre la cual se desenvuelven la convivencia y la democracia mismas, pero los colombianos no podemos alegrarnos del nivel tan bajo en el que ha caído la discusión, que desafortunadamente es promovida por quienes tienen o han tenido bajo su responsabilidad el manejo de los destinos nacionales o han ocupado cargos de representación.

Esa pugnacidad que se ha tomado el panorama político genera un clima de desconfianza en los distintos agentes, dentro de los cuales el económico es determinante para el progreso y bienestar del país. Si ese ambiente se debilita y deteriora, el impacto lo reciben todos los colombianos y en ese sentido debe procurarse que esto no ocurra. La confrontación entre el Ejecutivo y su antecesor no es un buen ejemplo, como tampoco lo es la permanente confrontación entre expresidentes, entre los voceros de los poderes públicos o entre quienes tienen que fiscalizar el buen comportamiento del Estado. 

Dado que eso no es está ocurriendo y hay muchas y permanentes evidencias  en tal sentido, se entiende el resultado del trabajo realizado por el centro de pensamiento Pew (en inglés Pew Research Center) que entrega información sobre problemáticas, actitudes y tendencias que caracterizan a Estados Unidos y el mundo: Colombia ocupa el primer lugar en Latinoamérica en el que los ciudadanos están descontentos con el sistema político, pues tres de cada cuatro afirman no estar conformes, seguido por Brasil con 71%; Argentina, con 68% de desencantados con la política; y Perú con 62%. La media en 31 países en los que se realizó la encuesta es 52%, más de 20 puntos por debajo del registro colombiano.

Si se tiene en cuenta que en el caso de nuestro país, la evolución económica ha sido favorable en términos de crecimiento del PIB y mejoramiento en las condiciones sociales como la reducción de la pobreza y la indigencia, así la tasa de desempleo siga siendo una de las más altas de la región, resulta claro que la inconformidad está ligada a la pugnacicidad entre los dirigentes, a la corrupción en algunas esferas del poder y a la pérdida de credibilidad en la justicia y en instituciones como el Congreso de la República.

La situación puede empeorar en los próximos meses debido a la campaña electoral que arranca con miras a los comicios de octubre próximo que definirá los nombres de los mandatarios locales, alcaldes y gobernadores, que sin duda será una contienda clave para definir la ruta de un país de regiones que busca la convivencia pacífica.