Editorial

El Plan de Desarrollo debe dejar herencia

Muchos planes de desarrollo han dejado verdaderos legados para la economía nacional y este Pacto por Colombia no debe ser la excepción

Editorial

Solo faltan unas puntadas finales para que el plan nacional de desarrollo “Pacto por Colombia, pacto por la equidad” del gobierno de Iván Duque sea presentado en sociedad. En su justificación de motivos reza que buscará la equidad por medio de la legalidad y el emprendimiento a través de objetivos de desarrollo sostenible con aportes de la población. Para su construcción el Departamento Nacional de Planeación partió de que la pobreza y la desigualdad se han reducido en los últimos años, pero que aún hay mucho por hacer especialmente en las regiones en donde la desigualdad sigue siendo alta. En lo urbano se va a trabajar en la reducción del desempleo informal, en el exceso de producción normativa y en eliminar las condiciones que comprometen la continuidad y sostenibilidad del cambio social. Esos son a grandes trazos los pilares del esperado documento que debe ser radicado la próxima semana para que sea una ley de la Nación.

Si revisamos los diferentes planes de desarrollo en un espectro no tan largo, en “La revolución pacífica” entre 1990-1994 elaborado por César Gaviria, veremos que se centró en la apertura económica como medio para aumentar el crecimiento económico, reducir la pobreza y cubrir las necesidades básicas; esa fue su herencia y hasta ahora poco se ha superado desde esa época en términos económicos. Ernesto Samper le sucedió entre 1994-1998 con “El salto social” que tenía como focos del plan el empleo y educación, pero sus avances fueron mínimos. “Cambio para construir la paz”, fue el de Andrés Pastrana entre 1998-2002 y quiso un Estado más participativo, con el que se buscó descentralizar el Gobierno y fortalecer a las entidades locales; reconstituir el tejido social, para lo que se fortalecería el capital humano y el capital social; desarrollo y paz, y las exportaciones como motor de crecimiento. Su gran herencia fue el diálogo social y el fortalecimiento de la institución militar.

El primer mandato de Álvaro Uribe se rigió por su plan: “Hacia un Estado Comunitario” entre 2002-2006 con ejes sólidos como la seguridad democrática, impulsar el crecimiento económico sostenible y la generación de empleo, equidad social, y lograr mayor transparencia y eficiencia del Estado. Este quizá ha sido el plan de desarrollo con mayores herencias desde el fortalecimiento institucional. En su segundo gobierno entre 2006-2010, con “Estado Comunitario: desarrollo para todos”, quiso centrarse en fortalecer la política de defensa y seguridad democrática, además de la reducción de la pobreza y la promoción del empleo y la equidad, pero la crispación política difuminó sus propósitos que no fueron seguidos por la “Prosperidad para todos” de Juan Manuel Santos entre 2010-2014, cuyo plan tenía como pilares mayor empleo, menos pobreza y más seguridad. Y finalmente, llegamos a “Todos por un Nuevo País” del segundo mandato de Santos entre 2014-2018 mediante el cual quiso fortalecer la paz, la equidad y la educación, aspectos que siguen en deuda y con herencias débiles. En medio de este contexto llega, “Pacto por Colombia, pacto por la equidad” de Duque, un plan que debe confeccionarse seriamente para que deje verdaderas herencias sociales y económicas, que no sea un documento muerto para los anaqueles oficiales, sino para que los servidores públicos lo ejecuten y pueda sacar al país del subdesarrollo en que encuentra sumido.

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