El poder y valor de la migración en la economía
jueves, 6 de julio de 2023
Unos ocho de cada 10 inmigrantes venezolanos no quieren regresar a su país y se han convertido en una fuerza del desarrollo, claro hay excepciones, pero es más lo bueno que lo malo
Editorial
Lo primero que se debe aclarar son las diferencias conceptuales entre migrar e inmigrar, o entre migrante o inmigrante, incluso emigrante. Migrante es el calificativo que se le da a una persona que migra, que se va, que forma un nuevo hogar; un sujeto que abandona el lugar que habita para constituir una nueva vida en otra parte. Inmigrante se refiere a la persona que deja su país de nacimiento y se radica en otro.
Son sustantivos, emigrante e inmigrante, el primero se refiere a la persona que abandona su hogar, mientras que inmigrante es la misma persona, pero desde la mirada de quien ya ha llegado a su nuevo destino para radicarse en él. Son palabras que se refieren al mismo tema de irse a vivir a otro lugar por cualquiera que sea la causa.
Siempre se ha asociado con desplazamientos con orígenes en guerras, pobreza, persecuciones, pero también con mejores oportunidades. Recientemente, Colombia nunca había sido un país de inmigrantes, solo hasta finales de los años 90 y bien entrado el siglo XXI, los nacionales empezaron a irse masivamente para Estados Unidos, España o Chile, solo para citar algunos de los destinos más buscados, pero menos aún Colombia había sigo lugar donde llegaran en masa emigrantes, fenómeno que se disparó en 2018 luego de la diáspora venezolana como consecuencia del colapso de su economía.
No hay muchas cifras reales, pero se maneja entre las autoridades nacionales que hay más tres millones de venezolanos radicados en el país y que casi 200.000 entran y salen por la frontera permanentemente. Desde ese año, en todos los 1.103 municipios que tiene Colombia, hay como mínimo una pareja de venezolanos ya radicados, quienes han ido construyendo sus vidas aprovechando las oportunidades y transfiriendo cultura, modos y saberes de su país; obviamente, se recordarán más a los venezolanos vinculados con delincuencia que los miles que ayudan a desarrollar al país.
En una sociedad como la colombiana siempre se recordarán más las malas cosas que las buenas. De acuerdo con los datos revelados por la encuesta de Pulso de la Migración del Dane, la población migrante venezolana se está colombianizando y amoldando al país, 8 de cada 10 se quedarán en Colombia muy a pesar de que 34% de los encuestados dice sentirse rechazado o discriminado.
El gran problema es la informalidad, pues 90,6% de los migrantes no está cotizando al sistema de pensiones, aunque, 59,6% de este segmento sí se encuentra trabajando sin contratos y 22,6% está estudiando. La mayor dificultad es que les exigen documentos que no tienen, porque en su país de origen ese tipo de servicios no se prestan con efectividad y hasta hace solo seis meses los dos países no tenían representación consular en donde se pidieran documentos.
Uno de los grandes avances de este Gobierno es restablecer las relaciones diplomáticas en beneficio de las personas, no de las ideas políticas. Uno de cada tres venezolano ha llegado a montar un negocio y urge que sean sujetos de la formalización.
Más de 45,4% llega al país en búsqueda de mejores servicios de salud y 44,6% para acceder a servicios de educación; 32,4% llega para tener mejores condiciones de seguridad y 24,5% para estar con sus familias. Es una realidad que Colombia debe aprovechar y entender que en el poder de la migración está gran parte del desarrollo de un país.