Editorial

El Presidente debe oír los consejos de la Misión

<p>El Presidente Santos no debe caer en la trampa de respaldar estudios técnicos, académicos y científicos y no ponerlos en práctica en el Gobierno</p><p>&nbsp;</p>

El sector agropecuario colombiano necesita la misma fuerza, decisión política y liderazgo que se le está poniendo a la infraestructura y a la vivienda. Las comparaciones son odiosas, pero hay que hacerla y hacer elocuente el gran desequilibrio que existe en los motores del desarrollo económico nacional. Claramente no van al mismo ritmo el sector minero energético, el agro, el comercio exterior ni la ciencia y la tecnología. El único sector que cierra con broche de oro este 2015 y con realizaciones concretas, es el que tiene que ver con los puentes, los túneles, las autopistas y las viviendas de los más necesitados.

La semana pasada se entregaron las recomendaciones finales de la Misión de Transformación del Campo Colombiano, que en pocas palabras se conocía como la ‘Misión Rural’. Un equipo de las mejores calidades académicas le entregó al Presidente de la República un documento elaborado durante más de un año en el que se consignaron las principales piedras de transformación agropecuaria. El Presidente ya tomó la primera acción al liquidar el Incoder, una oficina aún anclada en el tiempo y muy inferior a las exigencias del campo colombiano y a las necesidades políticas del país. Las recomendaciones de la Misión buscan convertir al campo en un espacio generador de bienestar, moderno y competitivo, respetuoso de la biodiversidad y de los recursos naturales. Esos principios no son nada diferentes a los que deben primar en el posconflicto, que no es otra cosa que un tiempo de construcción de paz.

Dicen las recomendaciones de la Misión que hay que poner la equidad en el centro de las políticas de desarrollo del campo y reducir las enormes desigualdades entre los colombianos que habitan el campo y quienes viven en las zonas urbanas. Hay que generar un ambiente propicio en el campo para hacer verdaderos desarrollos empresariales que puedan generar inclusión social. Para que todo eso se cumpla a cabalidad, se necesita que el Ministerio de Agricultura vuelva a ser el órgano rector de la producción del campo. “La Misión invita al ministro a retomar el papel de rector de la política agropecuaria y de desarrollo rural, dejando la ejecución en cabeza de sus entidades adscritas. Se necesitan cuatro nuevas entidades: la Agencia Nacional de Tierras, el Fondo de Desarrollo Rural, la Agencia de Promoción de Inversiones Agropecuarias y Agroindustriales y una Unidad Administrativa Especial de Asistencia Técnica y Acompañamiento Integral”. 

Es un imperativo que el ICA se vuelva una entidad inminentemente técnica. Hay que rescatarla de las manos de los políticos, y es urgente la conversión de Corpoica en una entidad que verdaderamente coordine el Sistema Nacional de Ciencia, Innovación y Tecnologías. El reto es inmenso en el campo.