Editorial

El primer año de alcaldes y gobernadores

En 27 días -muchos de ellos festivos- los mandatarios cumplirán un año en sus cargos en medio de promesas incumplidas

En 27 días -muchos de ellos festivos- los mandatarios cumplirán un año en sus cargos en medio de promesas incumplidas

A los actuales alcaldes y gobernadores les quedan menos de 37 meses en sus cargos, muy poco tiempo para el reto que tienen por delante. Todo un comentario lapidario que busca motivarlos para que se muevan a cumplir promesas de campaña y llevar sus municipios y gobernaciones a otro estado de desarrollo y bienestar. Ya pasó un año y muy pocos se han destacado por obras y gestiones, pues estos primeros doce meses los gastaron en componendas políticas, elaboración de sus planes de desarrollo y acomodo de sus empleados claves que le abran paso a un sucesor de sus mismas huestes para los próximos cuatros años.

La disculpa es que el primer año es perdido, pues deben rematar las actividades de su antecesor. Un comentario falso que está haciendo escuela en la política colombiana y tiene que ver más con la falta de preparación y una hoja de ruta cierta para sus alcaldías y gobernaciones. Muy pocos han adelantado la tarea, especialmente los burgomaestres de las ciudades capitales que siguen capturadas por los problemas de desempleo, corrupción, movilidad, inseguridad y cero desarrollo de obras de infraestructura. Si bien no hay denuncias sobre corrupción que es la lápida de los servidores públicos, tampoco hay muchas cosas que mostrar en las grandes capitales, las ciudades que son el motor de la economía.
Gustavo Petro en Bogotá solo ha sido noticia por sus enfrentamientos con constructores, medios de comunicación y empresarios con negocios en el Distrito. Aníbal Gaviria, en Medellín, goza de buenas relaciones con todos los sectores, pero su tiempo se va en discursos anodinos en una ciudad con problemas de movilidad y violencia crónica. Elsa Noguera, en Barranquilla, es la que más cosas puede mostrar pero no conecta con su gente. Rodrigo Guerrero, en Cali, sigue sumido en mirar al retrovisor y arreglar entuertos de viejas administraciones.
Y si los alcaldes no arrancan, los gobernadores son más inciertos. Álvaro Cruz en Cundinamarca no empieza a gobernar; Sergio Fajardo, en Antioquia, muchas expectativas, pero aún nada; Ubeimar Delgado en el Valle lleva pocos meses y no existe; y José Antonio Segebre de Atlántico solo tiene una figuración parroquial. La nueva Ley de Regalías les ha dado una fuente de financiación que antes no existía y que deben aprovechar de una mejor manera para hacer obras. No hay duda que si Bogotá y Cundinamarca; Medellín y Antioquia; Barranquilla y Atlántico, y Cali y Valle, funcionan como ejemplos de buenos gobernantes, el resto del país funciona de una manera estructurada y el ‘país nacional’ no tendría freno en la ruta del desarrollo.
Ojalá todo arrancara el segundo año para que el resto de sus mandatos no sea tan flojo y parco como estos primeros doce meses.