Editorial

El ritmo de la economía debe blindarse

<p>Las cifras macroeconómicas de Colombia son las mejores en mucho tiempo, por eso deben protegerse del debate político.</p>

Los colombianos deben saber a ciencia cierta cuáles son las posturas definitivas de los dos aspirantes a la Presidencia de la República. Es urgente blindar el buen ritmo de la economía y tener claridad sobre asuntos cruciales tales como una reforma tributaria estructural en donde deben resolver preguntas que a todos afectan como: ¿acabará con las exenciones a los empresarios? ¿Le pondrá impuestos a los dividendos? ¿Pondrá en cintura las fundaciones? ¿Mantendrá el 4X1000? ¿Renegociará las exenciones y las regalías con las multinacionales?

En materia de pensiones y salud se debe saber qué piensan los aspirantes o qué van a hacer frente a cuestiones básicas como: ¿subirá las edades de jubilación? ¿Acabará los regímenes especiales de los militares? ¿Liquidará todas las EPS? En temas de comercio es vital conocer sus respuestas a ¿cómo se va a revitalizar la industria? ¿Cuál será el futuro de los tratados de libre comercio? ¿Qué productos protegerá con salvaguardias? ¿Cuál es el futuro de las licoreras?

No todo puede ser guerra interna, conflicto y proceso de paz, que sin lugar a dudas es el tema medular en donde es vital saber ¿si se venderá el otro 10% de Ecopetrol? ¿Cómo se financiará el posconflicto? ¿Se creará un impuesto para la paz? Todas las anteriores cuestiones deben estar plenamente desarrolladas en la campaña de pocas semanas antes de la segunda vuelta presidencial, pues las cifras claves que determinan la economía como dólar, inflación, desempleo, crecimiento, tasas del Emisor, estarán afectadas y directamente comprometido el bolsillo de los colombianos.

Si la primera vuelta estuvo marcada por las denuncias, los agravios, las descalificaciones y la guerra sucia de la cual debe haber responsables, este segundo tramo electoral tiene que brillar por las ideas, propuestas, cercanía con la gente y hacer que la amplia brecha de los abstencionistas se reduzcan a sus mínimos históricos. La apatía en estos casos, lo único que legitiman es sistemas de gobierno en crisis que sólo interpretan a quienes acuden a las urnas. El otro grueso de los colombianos no es interpretado y su destino lo rigen los que sí salen a votar.

Más que celebrar y alegrarse por la prontitud con que se entregan los resultados en todo el país, es un imperativo para el sistema electoral colombiano, y para los mismos políticos, que se desarrolle un gran programa de seducción de esa gran franja de nacionales que no votan, que no se interesan por la campaña electoral, quienes dejan que sean otros los que decidan su futuro. Con la elección del Ejecutivo no hay mayores problemas, pues los últimos presidentes han sido buenos, el gran problema de la abstención está en las votaciones para el Legislativo.