Editorial

El ‘tiro al aire’ del presidente Santos

Meterse en la discusión sobre el periodo presidencial ha sido uno de los errores más grotescos de la actual administración

Meterse en la discusión sobre el periodo presidencial ha sido uno de los errores más grotescos de la actual administración
En una muestra de improvisación y manipulación mediática sin precedentes durante el presente Gobierno, se dio a conocer una retorcida idea de volver a reformar la Constitución Política al antojo del Presidente de turno. Las reacciones de los colombianos no se hicieron esperar, y de una iniciativa gubernamental de configurar un proyecto de ley en este sentido, se pasó a un comité de crisis para manejar el problema que se armó, dejando claro que el país político y el económico no están de acuerdo con sofismas o cortinas de humo que distraigan la atención pública de asuntos de primer orden, como son la recuperación económica y los acuerdos de paz con la guerrilla. En pocas palabras, la administración Santos hizo un verdadero disparo al aire y no midió las consecuencias de semejante improvisación, falta de oportunismo político.
Son muchas las preguntas que quedan al aire sobre los mensajes subyacentes en semejante embrollo que se armó. La primera tiene que ver con qué papel habría jugado el Presidente del Congreso en semejante propuesta. La segunda, si era un mecanismo de distracción por los silbidos a los ministros en la pasada cumbre de mandatarios regionales; y la tercera, es qué está pasando en La Habana en los acuerdos de paz con la guerrilla para que el mismo Presidente salga con una propuesta de este tipo en un año totalmente electoral. Las respuestas solo las tiene el Presidente y su equipo de gobierno, que debe conocer al detalle las intenciones de la loca propuesta, que bien pareciera ser un ‘falso positivo’.
Es un hecho elocuente que el Presidente y sus ministros se deben concentrar en la recuperación económica del país y en las políticas anticíclicas, dado el deteriorado contexto internacional en el que los precios de las materias primas caen irremediablemente, los mercados emergentes pierden ritmo o se recalientan y la recesión va camino a convertirse en un problema crónico en Europa. Tal como lo han dicho docenas de columnistas, “es la economía, estúpido”, aludiendo a la frase utilizada durante la campaña en la que Bill Clinton se convirtió en presidente de Estados Unidos en 1992.
El Presidente no debe concentrarse en otra cosa que finiquitar el proceso de paz para disponer de recursos que van a la guerra y llevarlos a inversión social; poner a andar el plan de choque para que la economía no pierda ritmo, y lo más importante para la economía, seguir generando confianza entre los inversionistas como un mandatario de largo plazo que genere seguridad jurídica, la misma que se quiso dinamitar con la fatídica propuesta del fin de semana pasado, y que nadie en el Gobierno sabía explicar de  qué se trataba. Es duro decirlo Presidente, pero más que un ‘tiro al aire’ es una metida de pata temeraria.