Editorial

El trauma de los subsidios en las papas

<p>El Gobierno a través del Ministerio del Interior decidió comprar mil toneladas de papa, y el precio se fue al piso</p>

El pasado 19 de agosto será recordado como el día en que se empezaron a distorsionar los mercados agropecuarios. Ese día se convocaron docenas de protestas en los departamentos cultivadores de papa y cebolla, a quienes se sumaron los ganaderos que producen leche a baja escala. Entre estas tres fuerzas le demostraron al país que los pacíficos campesinos de tierra fría tenían poder de desestabilización política, y lo peor de todo, de distorsión económica. En las consignas de las protestas criticaban los tratados de libre comercio y reclamaban por los altos precios de los insumos. El Gobierno en jaque tomó varias decisiones para frenar el paro que iba creciendo con el paso de los días.

La primera medida adoptada fue bajar los insumos, que realmente estaban por las nubes y que subían de precio injustificadamente, mientras las producción agropecuaria apenas cubría la inflación. La decisión fue aplaudida por los consumidores urbanos y los productores rurales, pero al mismo tiempo el Ministerio del Interior experto en apagar incendios populares también prometió comprar toneladas de papa que los campesinos tenían en las siembras y en las bodegas de las centrales de abastos. Aunque es una medida temporal, a todas luces fue una decisión populista y cargada de distorsión económica. Hoy la libra de papa en regiones del Valle del Cauca y Antioquia registra los precios más bajos de la historia reciente: libra del tipo parda pastusa a $100.

Lo que fue una solución política se convirtió en un problema de precios, al punto que ni el Ministerio de Hacienda se hace responsable y el de Agricultura dice que la compra de las papas y su distribución es cosa de la cartera del Interior. Saltan muchas preguntas al escenario: ¿Quién va a sembrar papa cuando la libra vale $100? ¿Los campesinos productores van a pedir subsidios para recibir al menos $1.000 por cada libra? ¿Hasta cuándo se subsidiará la producción del tubérculo? ¿Cómo será la logística de la compra, pues Fedepapa dista mucho de ser Federacafé? ¿Quién evaluará la competitividad de ese cultivo? ¿Aguanta el presupuesto nacional más cultivos subsidiados? Son muchas las inquietudes que surgen en este momento que bien vale la pena que los tres ministerios empiecen a responder, pues la falta de manejo político y el poco tacto económico están distorsionando el mercado de la papa.

Pero lo que más preocupa es que el Gobierno se convirtió en el comprador de papas más grande de Colombia, pero no tiene canal de venta, ni mucho menos la logística de colocación del producto. En una simple ecuación económica el Gobierno Nacional no puede convertirse de un momento a otro en una agente económico que compra papas para regalar. Comprar el tubérculo sin condiciones, sin pactos claros será un error que generara muchos problemas.