El último año para muchos congresistas
sábado, 19 de julio de 2025
El día de la independencia se instala el último año de este Congreso, una Cámara y un Senado permeados por escándalos -como siempre- pero también en el que muchos fueron institución
Editorial
Dicen los que hacen política que el primer año de las cuatro legislaturas es para el Gobierno de turno, por aquello de las coaliciones; que el segundo es de los partidos mayoritarios, porque empiezan a cobrar; el tercero, es de oposición que siembra tempestades; pero que el cuarto, y última oportunidad para mostrar trabajo en el diseño de las políticas públicas, es de total anarquía; y no está lejos de demostrarse esta premisa política colombiana, porque a pocas horas de instalarse la única legislatura pendiente, no se sabe quién se va a quedar con las presidencias de la Cámara de Representantes y del Senado.
En esta oportunidad, como en ninguna otra reciente, el Congreso de la República está abiertamente enfrentado al Ejecutivo, al menos en el Senado, porque en la Cámara, siguen mandando los contratos y la burocracia que es la moneda de cambio de los usos políticos nacionales.
Este domingo -Día de la independencia- llamarán a lista a los congresistas, nombrarán las comisiones protocolarias y sonará el himno nacional, pero nadie sabrá hasta ese momento quiénes llevarán la batuta en el Legislativo, que dicho sea de paso entra en modo elecciones de marzo, pues no se puede perder de vista que los políticos tienen en la mira la cita con la democracia del último domingo del primer trimestre cuando se elija el nuevo Congreso que llevará el rumbo de la política hasta 2030, que no es un dato menor porque quienes decidan medirse en las urnas, el próximo marzo, usarán el ejercicio en las calles, las plazas y las redes, para entrenar sus aspiraciones a futuras alcaldías, gobernaciones, y por qué no, de cara a las presidenciales de la tercera década de este siglo.
Bien se dice que es la legislatura de la anarquía porque el ausentismo característico de los congresistas se muestra en su verdadera dimensión, pues casi todos están en sus regiones haciendo las necesarias correrías en las que garantizan los votos para salir elegidos a la Cámara o el Senado. De aquí a marzo es casi tiempo perdido en el Congreso, quizá al final de este año cuando sean convocados a discutir el Presupuesto General de la Nación de 2026, una necesaria reforma tributaria para financiarlo, pueden asistir y “negociar” con los ministerios para sacar adelante las iniciativas gubernamentales.
Los proyectos de ley de iniciativa de representantes y senadores no caminan muy rápido, y de los cuales hay buenas ideas, pero carecen de la voluntad del mismo Gobierno y del trabajo de las bancadas. El hilo conductor en la legislatura que se instala este fin de semana es confrontacional con el Ejecutivo, de allí a que la pugnacidad por quiénes lideran los dos cuerpos colegiados es una constante.
El momento país es crítico en lo que tiene que ver con el orden público y las finanzas del Estado, dos temas dorsales, que a pesar de las distancias entre Legislativo y Ejecutivo, deben recortarse para poder hacer el trabajo para el que los eligieron.
Ojalá este año sí se trabajen de cara al país el presupuesto y su financiación para que el país económico no se deteriore más; no se puede caer en más endeudamiento, se debe reducir el déficit, hay que ahorrar en el Gobierno central, una cantidad de tareas responsables que hay que hacer, pero con grandeza, sin la mezquindad política tradicional; para enderezar las cargas, el Gobierno debe recortar y el Congreso debe analizar en qué sectores menos sensibles se puede reacomodar contribuciones, todo de cara al país.