Editorial

El “veni, vidi, vici” de Trump en Davos

Trump le está tapando la boca a los detractores con ideas de empresa llevadas a políticas públicas, Davos fue su escenario para vender sus logros

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Martin Wolff escribió en su última columna que el año pasado “Donald Trump era un fantasma que acechaba la reunión anual del Foro Económico Mundial en Davos. Este año, él tal vez esté ahí en persona. Si es así, será un encuentro incómodo. Él rechaza los principios del orden liberal internacional promovidos por su país durante siete décadas. Estos valores también animan al FEM. De hecho, lo convierten en algo más que un simple foro para los ricos y poderosos del mundo”.

Y, efectivamente, Trump estuvo presente con un “encendido y patriota alegato del sueño americano para defender sus medidas económicas, con una reducción histórica de impuestos, la eliminación de burócratas en el Estado y la búsqueda de acuerdos comerciales justos y con beneficios recíprocos con el resto del mundo”. Sus palabras solo duraron 20 minutos que utilizó eficientemente para hacerles un balance del primer año de gobierno, que dicho sea de paso, es de admirar.

Si pudiéramos resumir en bullets, Trump dijo esto: el desempleo ha bajado a mínimos históricos; la capitalización de las empresas en Bolsa ha aumentado en US$7 billones desde que lo eligieron; se han creado 2,4 millones de trabajos; nunca ha habido mejor momento para hacer negocios en Estados Unidos; “estamos abiertos para los negocios, somos la mayor economía del mundo”. Todo un arsenal de hechos reales que han dejado a los asistentes callados, tanto a los escépticos y como a los más crédulos en su gestión administrativa, que apenas empieza. Fue el discurso de un hombre de negocios que lleva las riendas políticas del motor de la economía global.

El Presidente, otrora empresario, explicó que “ha reducido impuestos para la clase media y para las empresas y eso ha supuesto ingresos extras de hasta US$2.000 para un americano medio, y repatriaciones billonarias de dinero por parte de multinacionales como Apple”. Continuó diciendo que “ahora es el momento perfecto para traer sus negocios (...) hemos hecho una desregulación histórica, eliminando burócratas que no han sido elegidos por los votos”. Para concluir diciendo que “América primero, no significa América a solas”.

A quienes lo habían atacado como el mismo Wolff, diciendo que: “bajo Trump, Estados Unidos cuestiona la estructura de la cooperación internacional: los tratados de seguridad, los mercados abiertos, las instituciones multilaterales y los intentos de abordar retos mundiales como el cambio climático. EE.UU, en cambio, ha proclamado su intención de velar por sus propios intereses, incluso a expensas directas de quienes han sido aliados durante un largo tiempo. Las relaciones ahora han de ser transaccionales”.

Trump ha sido eficaz y le ha tapado la boca a sus detractores en Davos. Dijo que apoya el libre comercio, pero éste tiene que ser justo y recíproco, y no lo puede ser si existe robo de propiedad intelectual, subsidios gubernamentales o planificación estatal. “Todo esto está destruyendo el mercado y Estados Unidos está preparado para negociar beneficios mutuos en comercio y lo vamos a negociar en grupo o individualmente”.

Como Julio César luego de la batalla de Zela: veni, vidi, vici. El problema para el presidente que terminó diciendo: “América está de nuevo aquí”, es que tiene muchos frentes abiertos y que le quedan solo tres años de mandato.

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