Editorial

Electricaribe, el nuevo dorado de Gas Natural

<p>El país debe esmerarse por inversión extranjera de calidad, no extractiva, para no tener que repetir casos como los de Electricaribe o Commsa</p><p>&nbsp;</p>

La Superintendencia de Servicios Públicos acaba de cazar un lío jurídico de talla mundial con Gas Natural Fenosa por la decisión de liquidar su filial Electricaribe, empresa que prestaba con muchas deficiencias el servicio de energía a los departamentos de la Costa Caribe. El punto es que la multinacional española le reclamará a Colombia en tribunales internacionales (Centro Internacional de Arreglo de Diferencias relativas a Inversiones, dependencia del Banco Mundial), unos US$1.630 millones por indemnización, cifra que supera el valor contable de Electricaribe en más de US$500 millones, al hacer valer la cartera morosa e irrecuperable de los 2,5 millones de clientes de la Costa que no pagaron a tiempo el servicio público. La pelea estaba servida desde noviembre del año pasado cuando la presión social y el mal servicio llevaron al Gobierno Nacional a tomar medidas extremas, luego de muchos acercamientos en vano que la multinacional española no cumplió. Ahora Gas Natural Fenosa viene a argumentar “espíritu de profundización de las relaciones comerciales entre la Unión Europea y Colombia”, cuando ese mismo espíritu no prosperó con inversiones, buena calidad y responsabilidad en la prestación del vital servicio. Y el punto no se queda allí, sino que los españoles manifiestan que “la decisión impacta negativamente en el clima requerido para que se produzcan flujos de inversión internacional hacia ese país”. Las autoridades nacionales responsables deben tomarse muy en serio esta demanda para que no suceda lo mismo del diferendo con Nicaragua por las aguas del Caribe y los tribunales nos sorprendan con decisiones adversas. Muchas empresas españolas tienen el modelo de negocio bien definido: ganan millonarias licitaciones; cambian las propuestas; sacan lo que puedan y terminan en tribunales de arbitramento por el doble, sin realizar ninguna inversión ni realizar las necesarias transferencias de tecnología. Eso sucedió con la famosa pelea del Estado con la concesión de Commsa de Sacyr y la primera ruta del Sol que unía, Tobía La Grande-Puerto Salgar, que no construyeron y demandaron al país. La mentalidad extractiva de muchas multinacionales españolas no ha cambiado, por eso llegamos al mal servicio de Electricaribe que nunca mejoraron y cayeron en el círculo vicioso de que los usuarios no pagan por mal servicio, y hay mal servicio porque los usuarios no pagan. Eso nunca ocurriría en Medellín con EPM, pues la empresa local se esmera por hacer programas de socialización y mejoramiento del servicio. Ni Electricaribe tenía sentido de pertenencia ni los costeños veían en la subsidiaria de Fenosa una institución respetada y querida. Tienen razón los españoles cuando critican la estructuración del negocio de la energía en Colombia, pero a eso se apuntaron y prometieron aportar, cosa que nunca se dio.