Editorial

Emprender en lugar de imprimir hojas de vida

Reducir la tasa de desempleo, en especial el de los jóvenes, es un imperativo para el gobierno y para la sociedad en general

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Diario La República · Emprender en lugar de imprimir hojas de vida

Solo en los juegos de mesa aficionados, sus jugadores o las personas que participan tienen las mismas reglas de juego, eso no sucede en el mundo laboral, que siempre discriminará las oportunidades que ofrece por edades, profesiones, sexo, etnia, regiones o simplemente por acceso a la misma información o los detalles. En las actuales condiciones del modelo económico y social, es inevitable que el acceso a un empleo sea un camino complicado y los jóvenes terminen pegados entonando la letra de una de las populares canciones de Los Prisioneros, “El baile de los que sobran”: “A otros le enseñaron secretos que a ti no; a otros dieron de verdad esa cosa llamada educación; ellos pedían esfuerzo, ellos pedían dedicación ¿Y para qué? Para terminar bailando y pateando piedras”. No todo es responsabilidad del Gobierno Nacional, de quien depende el marco jurídico laboral o de las empresas que son las mayores creadoras de trabajos formales, es una labor de las familias, los colegios y las universidades quienes deben enfocarse en producir para la sociedad emprendedores y no “impresores o entregadores de hojas de vida”.

Si se mira a los países más emprendedores de la Ocde, Colombia está entre los líderes y eso marca el camino que el país debe pavimentar y convertir en una verdadera autopista. Con base en seis variables del Global Entrepreneurship Monitor, el país saca un puntaje de 6,59, ubicándose detrás de Chile y Corea del Sur, países probos en exportaciones, ingreso per cápita e innovación. El mantra que se debe institucionalizar se basa en los siguientes seis aspectos: todos los jóvenes deben querer tener su propia empresa; deben tener la idea de comenzar su propio negocio en menos de tres años; haber creado su propio negocio; identificar oportunidades de emprender en su ciudad y región; creerse con la capacidad de montar un emprendimiento, y vencer el miedo al fracaso a la hora de planear sus negocios.

Es cierto y no sobra, ni es excluyente con el emprendimiento, que las grandes empresas empleadoras del país sigan demandando jóvenes para su rotación laboral natural, pero es una situación más difícil por la competencia por los puestos escasos, las bajas remuneraciones y la creciente expectativa de vida y pensional de los trabajadores antiguos. Motivos más que suficientes para que no solo haya una política pública enfocada a formar empresarios, al lado del sistema financiero, sino que las mismas familias formen a sus miembros como empresarios, una actitud radical que es el antídoto contra los inevitables reveses de los empleados. Pero en este nuevo modelo, es la universidad la llamada a ser líder en una sociedad que funciona en torno al emprendimiento o el auto empleo. Se necesita que los currículos académicos cambien y se ajusten a las nuevas condiciones laborales en el mundo.

Así las cosas, las prácticas profesionales y los primeros empleos se convierten en la punta de lanza para que los futuros emprendedores adquieran la experiencia que se necesita para hacer empresa a mediano plazo. Obviamente, no todas las personas tienen el capital o las destrezas para lograrlo, pero esta idea o actitud sí aplica para la mayoría de los buscadores de trabajo, quienes no ven oportunidad de emplearse en el mediano plazo, esos se lanzarían a sus proyectos personales, que a su vez ofrecería oportunidades a otros en las mismas circunstancias.

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