Editorial

En economía no hay almuerzo gratis

<p>Es claro que el segundo semestre del año estará marcado por una baja demanda del crédito por el efecto tardío que tendrán las altas tasas de interés.</p>

Hacer predicciones sobre el desempeño de la economía resulta cada vez más complicado dada la volatilidad de los mercados y la transmisión de fenómenos en una forma casi inmediata. Por ejemplo, así las bolsas hayan tenido una respuesta negativa mediática una vez conocida la noticia, resulta muy difícil estimar el impacto que tendrá la decisión de Gran Bretaña de salir de la Unión Europea. Y como este son muchos los ejemplos, comenzando por el errático comportamiento de una de las variables que hoy determinan el rumbo global, cuál es el precio del petróleo. Lo anterior no significa que el mejor escenario sea no hacer los cálculos y las previsiones sino todo lo contrario. Lo que es claro es que ahora se debe tener mucho más cuidado en el ejercicio para tomar las medidas preventivas y evitar que el efecto de una tormenta pueda ser mayor, lo cual es especialmente válido en las economías emergentes.

En ese orden de ideas, estando a las puertas del cierre del primer semestre del año, el comportamiento de la economía requiere análisis sin interferencias políticas, no solo con el objeto de evaluar los resultados, sino de proyectar la segunda parte del año que está ligada a las expectativas.

Aunque solo hay certeza sobre el resultado del crecimiento al cierre del primer trimestre (2,5%), los indicadores puntuales señalan que en los siguientes tres meses no se debe esperar nada distinto, lo cual bajo la teoría del “vaso medio lleno” resulta satisfactorio si se tiene en cuenta la situación de la mayor parte de los países latinoamericanos, en particular de las economías más grandes como Brasil y Argentina y el mal estado de la de nuestros principales vecinos, Venezuela y Ecuador. Sin embargo, la tendencia descendente es pronunciada y requiere monitoreo.

Algunos sectores como la manufactura y la construcción muestran un buen desempeño que concuerda con la recuperación del indicador de la confianza industrial, crecimiento que se explica básicamente  por el impacto de la entrada en operación plena de Reficar y el impulso a obras de infraestructura. No se puede decir lo mismo de la agricultura y la minería, la primera afectada duramente por las adversidades climáticas y la segunda por la caída de los precios internacionales de las materias primas y la parálisis de varios proyectos por protestas y fallos.

El reto más importante tiene que ver con el control de la  inflación, que a decir verdad “se ha salido de madre”, debido a una disminución de las cosechas por efecto del El Niño y de la devaluación del peso que a mediados del año anterior alcanzó un nivel de 60% anual y que no solo limitó las importaciones de alimentos sino que las encareció sustancialmente. El Emisor optó por el alza de la tasa de interés para frenar la inflación, sin mayores resultados hasta ahora. El efecto de esa medicina sobre el aparato productivo será en el segundo semestre al darse una disminución de la demanda crediticia por la mayores tasas, lo que comprueba la teoría de que “en la economía como en la vida, no hay almuerzo gratis”.