Editorial

En evaluar a los profesores está la clave

<p>Es una premisa simple: lo que no se mide no mejora, y si los maestros no se evalúan, nuestra educación siempre será mediocre</p>

Ser profesor es una de las vocaciones más bellas de la sociedad; hay muchos colombianos que trabajan como educadores, algunos se convertirán en verdaderos profesores, pero muy pocos llegan a ser maestros. Y en esa ruta profesional, la evaluación de sus conocimientos y de su desempeño formando estudiantes, juega un papel determinante. La profesión de profesor tiene elementos acumulativos que la hacen cada vez más compleja en un mundo educativo cada vez exigente: deben ser investigadores por naturaleza; éticos y responsables; estar a la vanguardia tecnológica; ser probos intelectualmente; hablar dos idiomas; pero antetodo, deben ser modelos de vida a seguir por parte de sus educandos. De esa lista de características corta, que puede alargarse, y dimensiones en el ser de un buen profesor, los educadores colombianos cumplen pocas, no es sino revisar los resultados del informe del Programa Internacional para la Evaluación de Alumnos (Pisa).

La inmensa mayoría de nuestros estudiantes no son buenos leyendo, muy regulares en matemáticas, se rajan en ciencias y tiene déficit de atención. No es un regaño de un padre enfurecido con las notas de su hijo, son los últimos resultados de las famosas pruebas Pisa que se hacen entre los 40 países que avalan esos exámenes y que se comparan entre los de más alto desempeño. El meollo del asunto es que no se están comparando los estudiantes, que vienen a ser un producto de un sistema educativo, sino a sus profesores, quienes son los verdaderos responsables de formar a nuestros jóvenes en esas destrezas para que puedan competir en mundo más globalizado. Esa es el primer gran giro de constante crítica: las Pisa no rajan a los estudiantes, lo que sucede es que hablan muy mal de los profesores.

Explotan los profesores sindicalizados en Fecode cada que se habla de educación de calidad y que para lograrlo deben evaluarse en sus diferentes dimensiones. Los listados o rankings de colegios nos enseñan que siempre están en la cabeza los que mejores profesores tienen y los que evalúan permanentemente las destrezas para la docencia. Las nuevas tecnologías están obligando a los profesores a actualizarse, a aprender, a asimilar el revolcón social que se desprende de las redes sociales. Seguramente, existen otras causas del bajo rendimiento académico de los estudiantes colombianos, pero una gran parte de responsabilidad la tienen los colegios y los educadores.

Es urgente acompañar al Ministerio de Educación es esa cruzada para hacer de Colombia un país con un nivel de enseñanza superior, más competitivo. Con paros y protestas no se va a resolver nada y en cambio se van a perjudicar a los estudiantes de la educación pública. Estamos seguros que Fecode no será inferior al reto educacional que la globalización nos impone.