Editorial

Enfocarse en reducir la informalidad

Está bien festejar que el desempleo caiga y que el Estado esté dando trabajo, pero más debe alegrarnos que sea la informalidad la que ceda para equilibrar el desarrollo social

Editorial

Tiene más peso, en una economía enfocada a equilibrar el desarrollo social, bajar la desigualdad y disminuir la pobreza, que el desempleo caiga en sus mínimos históricos, pues indica que el crecimiento económico no se frena y se aleja el aroma de recesión, pero más importante es que la campante informalidad caiga y que la masa trabajadora labore en buenas condiciones de acceso a la seguridad social.

Los datos de formalidad e informalidad varían, los números más recientes son de hace tres meses y dictan que 55 de cada 100 colombianos trabajan en condiciones dignas con vacaciones, servicio de salud, ahorro pensional, cesantías, seguro de riesgos profesionales y disfruta de todo el espectro que tiene el mundo empresarial o en el sector público.

Mientras que 45 de cada 100 son autónomos, independientes, sin jefe ni empleador y no cotizan por voluntad propia o porque no quieren saltar al lado claro del mundo laboral. La informalidad es la verdadera enfermedad que genera subdesarrollo, porque no contribuye con los impuestos, drena los recursos públicos y privados, compite con quien sí pagan impuestos y genera ocupaciones formales, al tiempo que, para muchos trabajadores y emprendedores, es más rentable a pasarse por la faja su contribución ética al desarrollo social.

La verdadera reforma tributaria estructural que necesita la economía colombiana es lanzar un ambicioso plan de formalización de las actividades inherentes a la población económicamente activa, es decir, que el grueso de los 23 o 24 millones de colombianos en capacidad para trabajar tengan seguridad social, sus empleadores paguen el parafiscal de la compensación, se bancaricen y disfruten de las bondades de ser sujetos de crédito en el sector financiero.

La institución social llamada a liderar la formalización del trabajo en Colombia deben ser las 57 cajas de compensación, que a su vez son las más beneficiadas con que los empleadores paguen ese 4% de compensación parafiscal.

También, dichas cajas fundadas hace casi 70 años, deben dar un salto de modernización y llevar un registro público mensual de desempleo, de formalidad e informalidad; de antigüedad de los trabajadores, de apropiación de sus beneficios y enfocarse más a los trabajadores que a los empleadores.

Ahora que se habla de reforma laboral, las cajas de compensación no deben ser protagonistas de piedra en la discusión, temas como la destinación y uso de ese 4% debe revisarse para mejorarlo y optimizarlo; eso sí, que sean los trabajadores quienes decidan o escojan la caja que quieren y más se ajuste a sus necesidades y comodidades; que sean de operación nacional, es decir, que no tengan jurisdicción departamental, y lo mejor de todo es que se eliminen las corruptas, ineficientes, con problemas de transparencia o cooptadas por los políticos de las regiones o miembros de junta directiva con intereses.

El Ministerio de Trabajo debería invitar a las cajas de compensación para que opinen y mejoren la reforma laboral, le den el enfoque de reducir la informalidad y generar empleo, y que la iniciativa gubernamental tenga un aire más económico, más beneficioso para los empresarios y los trabajadores. Bien porque el desempleo haya bajado a un dígito y el julio sea el más bajo en varios lustros, pero mal porque los análisis siempre se hacen sin pensar en la informalidad.

TEMAS


Informalidad - Desempleo - Ministerio de trabajo