¿Es hora de recoger la reforma tributaria?
miércoles, 21 de noviembre de 2018
El sistema tributario de Colombia es una colcha de retazos y la propuesta de Duque no soluciona el problema, hay que retirarla para evitar más enredos
Editorial
El diagnóstico es muy simple: no hay buen ambiente para hacer un debate a la altura de las circunstancias del proyecto de ley de reforma tributaria. Son muchos los factores internos y externos que obligan a recomendar retirar del Congreso la propuesta de ley de financiamiento. El primero tiene que ver con el desgaste del ministro de Hacienda, Alberto Carrasquilla, quien no ha sabido socializar el importante proyecto, falla sobre la cual no ha trabajado en lo más mínimo para acercarse a los medios para poder explicar las verdaderas razones de esta polémica iniciativa. El segundo factor que obliga al presidente Duque a retirar el articulado es su bajo nivel de popularidad, que sumado a la falta de socialización de la necesidad de impuestos, hace que la idea de sacar a cualquier precio los nuevos tributos, lleven al Presidente a una situación de poca gobernabilidad, máxime cuando las fuerzas en el Congreso están muy dispersas. Pocos partidos han respaldado los nuevos tributos.
Un tercer factor -quizá el más determinante- tiene que ver con que los artículos propuestos se han ido desfigurando mucho antes de llegar a los debates de cara al país. La idea de un IVA universal de 18% para todos los bienes y servicios, está haciendo agua en el Congreso y ante la opinión pública, pues ni siquiera los ministros del gabinete -muchos de ascendiente gremial- están defendiendo a capa y espada como les debería corresponder, por el simple hecho que no lo comparten y mucho menos les fue comunicado a tiempo. Si el Gobierno Nacional insiste en llevar tal cual este articulado, luego de las salidas en falso en el Congreso, el resultado será peor que el problema que se intenta solucionar. El sistema tributario en Colombia es una suerte de colcha de retazos que lo remiendan cada 20 meses sin una solución estructural.
Modificar el abultado estatuto tributario, atacar la evasión, ampliar la base tributaria, acabar con muchas de las exenciones, poner a pagar impuestos a las iglesias, fundaciones y universidades, son algunos de los verdaderos retos que tiene el país para recaudar más y que sea más justo; que no se carguen siempre contra las empresas, los dividendos, la clase media y los asalariados, quienes son a la postre los que siempre terminan financiado el abultado gasto nacional en donde el grueso del dinero público se lo llevan los gastos de funcionamiento. Es un imperativo -como van las cosas- que el Ministerio de Hacienda retire su propuesta y evite seguir deformando el caótico sistema tributario que no le garantiza a las empresas un mínimo de seguridad jurídica.
Hemos defendido la reforma con su universalización del IVA y por su carácter mismo de “casi estructural”, pero el ambiente no es el más adecuado y quizá se deba aceptar una derrota temprana que seguir con las mismas improvisaciones seis semanas para terminar el año y tanto el Congreso como el Gobierno no pueden ser tan irresponsables de llevar un articulado remendado para ser aprobado a pupitrazo durante las festividades de fin de año. Y si a esto se le suma el caldeado ambiente social que no frena sus protestas, es miope tratar de meter impuestos a cualquier precio. Es cierto que se necesitan los recursos, pero primero hay que mirar el ahorro estatal, la persecución de la evasión y otras fuentes menores -como no bajar el IVA de 19%- y volver a empezar a diseñar una reforma tributaria estructural que le permita al país crecer su PIB y cuando esto sea un hecho, todos pondrán más.