Editorial

Es la hora de conocer la realidad fiscal del país

<p><span style="line-height:1.6em">La economía está en zona de cuidados intensivos para que no se desacelere y se debe ser muy realista con la situación para que todos ayudemos&nbsp;</span></p>

Ya no causa sorpresa escuchar que: la economía muestra señales evidentes de desaceleración que se expresan en una menor proyección del crecimiento del PIB en el corto plazo; que ahora se calcula más cerca al 3%, cuando hace escasamente seis meses se hablaba de una cifra superior al 4,5%.

Sin embargo, lo que sí produce preocupación es que la revisión hacia la baja esté produciéndose a cuentagotas y sin hacer una evaluación integral de las variables quese impactan con el menor ritmo económico, aunque hay que destacar la sinceridad oficial para aceptar la situación. Hay que ser muy ortodoxos para garantizar un manejo ordenado más allá de la coyuntura.

El ministro de Hacienda, Mauricio Cárdenas, acaba de presentar al Congreso de la Repúblicael llamado Marco Fiscal de Mediano Plazo, cumpliendo una obligación legal, en el que se incluyen las proyecciones de las finanzas públicas para el próximo decenio, que aunque importantes tienen un carácter más académico que real, en el entendido que resulta muy difícil saber cuál será la situación económica y fiscal del país a diez años vista.

De cualquier forma, los agentes económicos esperan del Gobierno la máxima claridad y contundencia en los datos de las finanzas públicas, en particular en lo que tiene que ver con el sector central debido a ese menor ritmo y a la disminución de los ingresos, producto de la nada despreciable caída de los precios externos del petróleo, y que sin la menor duda golpean los recaudos.

Las cifras fiscales que se conocen no dejan margen alguno para promesas oficiales de mayores gastos. Por ejemplo, el déficit del gobierno central fue en 2014 de un equivalente de 1,8% del PIB y en 2015 ascendería a 3,6%, esto es, un 100% más. La duda está en que pese a la abultada cifra, el mensaje oficial es que se liberan recursos para hacer mayor gasto y se anuncia que no se tiene “la más mínima intención del incrementar la tributación de las empresas”, cuando los ingresos totales caerán cerca de un punto del PIB entre 2015 y 2016 y es evidente la necesidad de buscar fuentes compensatorias.

Es claro que el control de la evasión y el fraude de impuestos constituye una acción administrativa importante que debe tener una atención permanente, pero hay que ir más allá. La credibilidad no puede ponerse en juego con anuncios contradictorios, pues el resultado no es otro que la incertidumbre, que a la final genera mayor daño en las expectativas de los negocios. El panorama fiscal no es bueno y todo indica que tiende a empeorar, es obligación del gobierno presentarlo en la forma más transparente para que no se sigan generando dudas tanto aquí como en el exterior. Por eso,es recomendable que se opte por los escenarios más conservadores, como mecanismo de precaución para hacerle frente a la destorcida económica y en forma paralela iniciar el proceso de inducción ante la casi inminente necesidad de una nueva reforma tributaria.