Editorial

¡Es la informalidad estúpido!

Gráfico LR

La informalidad en Colombia es de los temas más huérfanos por parte de la academia, los gremios y las autoridades económicas, si se trabaja en eso, muchos problemas se arreglarían

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Diario La República · ¡Es la informalidad estúpido!

Cada cierto tiempo hay que echarle mano a la popular frase del mundo económico y político, “es la economía, estúpido” (“the economy, stupid”), popularizada durante la campaña electoral de Bill Clinton contra George Bush en 1992, cuando todos los republicanos creían que el problema central del ciudadano americano era la seguridad mundial y el Medio Oriente, cuando la gente sentía que era un simple asunto de bolsillo o de finanzas personales; esa estructura ha sido utilizada para destacar aspectos que se consideran esenciales en un análisis de coyuntura.

Y como un anillo al dedo cabe parafrasear “es la informalidad, estúpido”, luego de que el Dane diera a conocer las cifras de informalidad en Colombia, dado que suenan tambores de una nueva reforma tributaria para obligar a tributar más a los mismos de siempre: los asalariados y las empresas, olvidando que hay millones de colombianos que están por fuera de la ley y que disfrutan de subsidios, el espacio público y de complejas estructuras tributarias que los mantienen como informales.

Dice el Dane que más de la mitad de los trabajadores en Colombia está en la informalidad, lo que quiere decir que casi 13 millones de personas no están afiliadas a seguridad social ni pagan impuestos, tampoco declaran renta.

En el trimestre móvil de septiembre a noviembre de 2023, la proporción de ocupados informales fue de 55,5% y, aunque significó una reducción de 2,5 puntos porcentuales frente al mismo periodo de 2022, la cifra se mantiene por encima de 50%. Las ciudades más informales son Sincelejo (68,40%), Valledupar (64,3%), Cúcuta (62,8%), Santa Marta (62%) y Riohacha (61,7%). Por el contrario, las que tienen una menor informalidad laboral son Bogotá (32,2%), Manizales (32,4%), Medellín (39,2%), Tunja (40,8%) y Pereira (43,3%).

Las razones por las cuales persisten altas tasas de informalidad son los altos costos de la seguridad social y la carga tributaria a las empresas, pero más tiene que ver con la ineficiencia del Estado para lanzar programas de formalidad. No solo del Estado, sino de entidades como las cajas de compensación y las cámaras de comercio que tienen esa función social.

Todo está diseñado en Colombia para incentivar la informalidad: la seguridad social es costosa, se tiene que hacer sobre un ingreso base, que se actualiza conforme varía el salario mínimo legal mensual vigente, todo es fraccionado, inflexible y no hay nada moderno que se ajuste más a las nuevas maneras de trabajar y producir. Ningún gobierno ha logrado que los mercados laboral y productivo sean más flexibles y persisten altos costos de contratación.

Sin temor a dudas, es un sistema hecho para premiar al informal, incluso hay empresas que hacen de la calle y los parques sus canales estrella de distribución de sus productos. Si se mejorara la informalidad, es decir que cada vez más empresas y trabajadores accedieran a las mieles de la formalidad, la base tributaria mejoraría y los impuestos no los pagarían los mismos de siempre.

Pero lo más importante para reducir la informalidad es que el Gobierno Nacional, las cajas de compensación y las cámaras de comercio se unan por primera vez para trabajar en ese sentido, de tal manera que el resto de los colombianos ganen. Hay ciudades como Bogotá o Medellín que han avanzado y pueden mostrar resultados, pero eso debe llegar a todos los rincones de Colombia.

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