Editorial

¿Están los ministros en línea con la Reforma?

<p>No todos los ministros parecen sintonizados con la necesidad de una reforma tributaria estructural, una actitud clave para avanzar.&nbsp;</p><p>&nbsp;</p>

Los ministros son testigos de primera línea de las necesidades presupuestales del país, pero más allá de esa necesaria conciencia en materia de recursos, deben actuar en consonancia con las directrices de su máximo jefe que es el Presidente de la República y evitar convertirse en “cuasi voceros gremiales” en defensa de intereses sectoriales. Es muy curioso que algunos líderes de las carteras económicas empiecen a hacer comentarios en foros abiertos y espacios cerrados en contra de la reforma tributaria que adelanta el Gobierno Central. Pelear por los intereses de las empresas del mundo de la tecnología, del sector constructor, de las farmacéuticas o de los insumos agropecuarios, es una actitud que desdice de la necesaria unidad ejecutiva para un proyecto de tal envergadura. Existen espacios como los consejos de ministros para dar a conocer sus posiciones técnicas o las preocupaciones de cada uno de los jugadores privados de cada sector, pero les queda muy mal a líderes económicos ministeriales plantear su posición sesgada frente a la propuesta de tributos que descansa en el Congreso, y que debe ser sometida a estudio esta semana para que pueda llegar a feliz término -para las arcas estatales- antes de que termine esta legislatura a comienzos de diciembre.

El presidente Santos cuando era candidato prometió no poner más impuestos, pues durante su administración se completan tres reformas tributarias, pero las condiciones de los mercados de materias primas no hay quien los pronostique o manipule y la caída de precios internacionales -especialmente del petróleo unos $24 billones anuales- obligaron a que se reajusten los tributos nacionales una vez más y de una vez se modernice el sistema de recaudo que es una colcha de retazos donde cada gobernante añade uno para financiarse durante su cuarto de hora. La reforma tributaria estructural presentada por el Ministerio de Hacienda a consideración del Congreso de la República es muy necesaria por varias situaciones que han sido suficientemente socializadas. Lo malo de la coyuntura legislativa es que el país político está permeado por el guayabo del plebiscito que dividió las fuerzas políticas entre el bando del Sí y del No. Ojalá los congresistas actúen con grandeza y le añadan el valor a la propuesta de impuestos para que el país económico no naufrague en su aspiración de contar con los recursos para garantizar las obras de infraestructura y hacer la inversión social que el país pobre requiere.

Hay que cambiar la realidad de que de casi 50 millones de colombianos solo 1,2 millones paguen impuestos. Y lo que es más elocuente: de más de tres millones de empresas que hacen negocios en el país, 3.500 pagan el 70% de todo el dinero que se recibe como impuestos. El aroma a campaña presidencial hace que muchos intereses políticos capturen las voluntades de los ministros a la hora de defender la necesidad de la reforma estructural.