Editorial

Éxodo venezolano debe estar en la agenda

El éxodo de venezolanos a Colombia es un hecho evidente en todas las ciudades, pero nada se ha hecho para atender un problema que ya es grave.

Editorial

Hay un hecho al que los colombianos no le estamos poniendo mucho cuidado, y cuando hablamos en primera persona, es porque somos todos quienes no hemos evaluado el impacto y la dimensión del éxodo venezolano hacia Colombia. Ni siquiera hay cifras oficiales de cuántos vecinos se encuentran en las diferentes ciudades, ni mucho menos a qué se dedican o cómo satisfacen sus necesidades básicas. No hay estadísticas confiables, más que el comentarios parroquiales de ascensor o de pasillo sobre la cantidad de informales con acento venezolano que se notan en las calles. Es realmente un problema mayor al cual no se le ha puesto la suficiente atención por parte de las autoridades locales.

El problema es que la situación puede pasar de unas 550.000 personas a un par de millones en cuestión de meses, pues la decisión de pasar la frontera es cuestión de sobrevivencia. Quizá no todos se queden en Colombia y nuestro país sea un simple puente para el sur del continente o Centroamérica, pero somos un paso obligado de miles de personas de nuestra misma cultura que está buscando un mejor bienestar. Lo primero que hay que advertir o es un imperativo, es que debemos aceptar el problema con dimensiones humanas, tal como atendimos el desplazamiento interno ocurrido entre 1995 y 2002 cuando miles de colombianos salieron del campo para buscar refugio en las ciudades y poblaciones víctimas del conflicto interno.

Pero ahora con los vecinos venezolanos, el problema cobra un tamaño enorme y no estamos preparados para enfrentar el asunto, ni somos responsables directos de su situación. Somos corresponsables, no solo porque los colombianos alguna vez inmigramos a la otrora pujante Venezuela, sino porque realmente somos un país que está en mejores condiciones económicas y podemos ayudar por algunos años, especialmente a los más necesitados, sin olvidar que aquí también hay déficit de atención para los mismos colombianos en los aspectos básicos. Para ello el Gobierno Nacional debe buscar ayuda internacional creando fondos solidarios que nos permitan contar con recursos y centros de atención humanitaria en varios aspectos sociales como trabajo, salud y educación.

Esa debe ser la primera fase: atender al éxodo inmediato. La segunda etapa es procurar solucionar el problema en su fuente, que no es otra que la misma Venezuela. No podemos enfrascarnos en una disputa política sobre modelos económicos y en la búsqueda de responsables del fracasado modelo bolivariano del nefasto Nicolás Maduro y del frustrado socialismo del siglo XXI. El asunto ahora para resolver de manera urgente es local y de largo plazo, en el que no vale echar culpas extemporáneas; hay que conseguir ayuda urgente que no solo frene la salida de venezolanos sino ayude a atender a quienes ya se fueron.

Más que el déficit fiscal; el bajo crecimiento económico de 2017; la bomba pensional; la reforma tributaria estructural o el postconflicto, el verdadero problema social que se cierne en la agenda del próximo Presidente de Colombia, no es otro que el éxodo venezolana sobre el cual no hay cifras oficiales reales, como tampoco un plan de acción inmediato y a largo plazo, que debe incluir hablar o negociar con la administración del vecino país, cualquiera sea el presidente de turno.

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