Editorial

FMI y BID ven recuperación económica

No solo por los altos precios del petróleo, la coyuntura global nos hace ver una mejoría en todos los frentes. ojalá nos montemos en ese bus.

Editorial

Siempre se ha dicho que el proceso económico está regido por ciclos o que es cíclico, uno de los conceptos en las ciencias sociales mejor desarrollados desde épocas bíblicas: tiempos de vacas gordas y de vacas flacas. Lo único es que las coyunturas han cambiado y muchas veces las bonanzas borran las crisis o las vacas flacas se comen a las gordas. Todo depende de cómo los economistas ejecutan políticas contracíclicas. Tal como lo hizo José -el de la Biblia- con el Faraón: lograr que a través de la planeación, el ahorro y la inversión opacaran o contrarrestaran los malos tiempos y todo fluyera mejor en el futuro.

A la luz de la última prospectiva del Fondo Monetario Internacional y del Banco Interamericano de Desarrollo, en el año que ya evacúa su primer mes las cosas no van tan mal como siempre se presagian. Y todo parece atribuirse al buen momento de la economía estadounidense y a los altos precios del petróleo que estabilizan muchos mercados emergentes; una conclusión apresurada podría plantearse en la línea de que el crudo y el presidente Trump tienen el sartén por el mango.

En el marco del Foro Económico Mundial de Davos, el FMI elevó a 3,9% su perspectiva de crecimiento económico global para 2018, una buena noticia que obliga a hacer nuevas cuentas. En materia doméstica, el BID ha dicho que una vez se defina el panorama político, a mediado de mayo o junio, habrá más claridad y mejores cifras en el ámbito económico. En opinión de las dos bancas multilaterales, se empieza a ver mejor el desempeño económico del mundo y de nuestro país para este año y el siguiente; que no es otra cosa que la economía empieza a andar otro camino más cercano a las vacas gordas.

Si miramos la región, encontramos que en el último año solo una de las economías estuvo en recesión (Venezuela) y que Colombia ha sabido manejar la crisis derivada de los precios internacionales del crudo; un largo periodo de vacas flacas que empieza a desaparecer. Ahora el problema que se deriva de esta situación es que el gobierno saliente y el entrante no tengan claro cómo sortear un traumático cambio en la tendencia de precios del crudo como siempre ha ocurrido. Es decir, durante muchos años se vivió en una silenciosa Enfermedad Holandesa que afectó el aparato productivo y llevó casi a la desaparición de la red industrial forjada durante más de medio siglo. El problema ahora es que no hay políticas públicas sostenidas tendientes a lograr que la economía colombiana no dependa tanto de los precios del petróleo y podamos ingresar dólares de ventas al exterior de productos más elaborados que no están vinculados a sólo la exportación de materias primas.

La economía colombiana de cierre de la segunda década de los años 2000 debe cambiar radicalmente el chip y leer bien lo que está sucediendo en los mercados emergentes y en Estados Unidos. De acuerdo con el FMI, para América Latina está prevista la recuperación con crecimientos de 1,9% en 2018 y un 2,6% en 2019; el punto es que Colombia no sólo debe estar por encima de estos promedios sino que debe hacer arqueología económica e identificar cuáles son los errores que no podemos cometer y entender que el país que enfrentamos ahora es una nación de regiones, de 50 millones de habitantes, una buena parte en el umbral de la pobreza.

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