Focalizar los subsidios, una tarea pendiente
jueves, 27 de octubre de 2022
El año pasado Alrededor de 971.000 personas salieron de la pobreza multidimensional, a la luz de las últimos cifras del Dane, ahora el Gobierno debe focalizar mejor los subsidios
Editorial
Es peligroso que el primer Gobierno Nacional de izquierda en la historia política del país termine justificando toda clase de subsidios y condene a muchas generaciones al perverso asistencialismo que siempre desencadena en mediocridad, desempleo crónico, falta de competitividad y una alta dependencia de los dinero públicos. Todas las tesis económicas de la economista de cabecera de la actual administración, Mariana Mazzucato, rozan con entender, percibir u obligar a que el Estado se convierta en el motor del crecimiento económico, bajo el riesgo de deprimir el papel del sector productivo y suplirlo por políticas públicas basadas en ayudas sociales. De momento, solo se ha hablado de fortalecer los Beneficios Económicos Periódicos, la alternativa de ahorro que tienen los colombianos con ingresos menores a un salario mínimo para que cuando estén en edad de jubilación, hombres a los 62 y mujeres a los 57, puedan recibir un ingreso de por vida.
El Presidente desde la pasada campaña ha hablado de beneficiar a casi tres millones de adultos mayores pobres para que puedan tener media pensión, sin haber ahorrado en su vida o habiéndolo hecho pero sin lograr una mesada importante, un nuevo programa no oficial de ahorro voluntario para la protección de la vejez. La idea es que los beneficios sean mitad ahorro y la otra mitad subsidio, dinero que recibirá el nuevo pensionado cada dos meses durante toda tu vida. Sin duda un camino para los más pobres, pero hay que tener cuidado en que ese dinero no salga del ahorro de quienes están aportando a los fondos privados o al fondo público, premiando a unos y quizá perjudicando a los otros, si las cosas no se hacen con un modelo adecuado, pues se desincentiva el ahorro disciplinado y se premia, alguna suerte de descuido, falta de oportunidades o desinformación laboral.
Lo mismo puede ocurrir con las zonas campesinas e indígenas en donde se paga por cada hijo menor de determinada edad, generando en buena parte que los beneficiados no se interesen por conseguir un trabajo formal y decidan vivir del subsidio de familias en acción, por ejemplo. Igual puede pasar con las universidades públicas de baja calidad que reciben dinero público sin control o en función de sus resultados; también el caso de los resguardos indígenas a los que se les amplía sus territorios sin obligaciones prediales o de mínima producción. Pero el subsidio más anacrónico y desactualizado es el de los servicios públicos en un mapa de ciudades que no ha actualizado su estratificación.
Los estratos socioeconómicos de altos ingresos terminan pagando una buena parte del agua, la luz, las basuras y el alcantarillado de estratos aparentemente informales que pueden tener mayores ingresos, pues la organización o estratificación está dada en función de las condiciones de la vivienda y no de los ingresos de sus moradores. Es un gran paso saber que la pobreza multidimensional esté bajando desde la pandemia de 2021 y que alrededor de 971.000 personas hayan salido de esta condición, según lo que muestra también el Índice Gini, que según el Dane tuvo una mejora en términos de disminución de la desigualdad, en 20 años, este indicador pasó de 0,572 a 0,544 puntos en una escala de 0 a 1. Está claro que en donde todos los sectores políticos coinciden es que la pobreza es el mal superior que se debe atacar.