Editorial

¿Goles y cerveza, un coctel mortal?

<p>Somos una sociedad violenta, en transición hacia el respeto por las instituciones y las demás personas.</p>

Una de las enseñanzas más importantes que nos deja este Mundial de Fútbol en Brasil es que Colombia es un país violento, en donde apuñalar, disparar, insultar y atropellar son acciones asociadas con el festejo, y que para evitarlas las autoridades no han ido más allá de prohibir que el licor sea el combustible de los festejos. Es triste, pero muy cierto.

¿Por qué no podemos festejar en paz o irnos a casa a pasar el guayabo que causa una derrota? ¿Por qué utilizamos las grandes aglomeraciones para desatar la histeria colectiva contra el establecimiento o el mismo prójimo? Son muchas las cuestiones que se pueden desprender de este lapso de triunfos y derrotas ocasionadas por el fútbol. Como medio de comunicación estamos obligados a pasar al diván las causas y consecuencias de los hechos sociales e ir más allá del simple registro de la prohibición de las bebidas alcohólicas en tiempos de elecciones o de euforia futbolera.

No podemos seguir siendo una sociedad primaria y descontrolada en donde las bebidas alcohólicas actúen como un detonador de nuestro gen violento que permanece dormido hasta el primer grito de gol y dos tragos de cerveza. Debemos progresar e ir más allá en el diagnóstico y ver en la familia, el colegio y la universidad, los puntos de encuentro para analizar estos problemas que golpean la identidad nacional. Selección Colombia de Fútbol, más cerveza, no puede seguir siendo un coctel mortal, más aún cuando uno de los grandes patrocinadores del fútbol es una empresa extranjera que fabrica cerveza. Todo es un contrasentido, tal como lo habíamos expresado, un asunto de siquiatría social. 

El Mundial está pasando por el meridiano y nuestra Selección está aún en camino, pero cada que juegue no puede decretarse la ley seca para evitar que las muertes estén presentes en la fiesta. No es fácil poner reglas para evitar los desmanes en los festejos ni en la derrotas, pero hay que hacer un ejercicio social que lleva mucho tiempo de digestión para quitar ese vínculo letal que desatan el fútbol y licor. El sector hostelero, ese que agrupa a los restaurantes, los bares, las discotecas, los hoteles, y esos negocios asociados al ‘entretenimiento entre copas’, debe favorecerse de este momento deportivo para incrementar sus ventas. Si el país no aprende a celebrar, nadie del sector va a querer que Colombia participe, pues sus ventas seguirán en picada.

El problema de la violencia y los desmanes en el fútbol no es un asunto típicamente colombiano, pero sí es aquí en donde hay muertes sin razón, disparos al aire y peleas al calor de los goles y las cervezas. Los colombianos deben aprender a celebrar con moderación incluso en medio del acceso a los licores. La ley seca no es la solución.