Editorial

‘Guantánamos’ disfrazados de inversión

Colombia, como pocos, es un país con una gran área poco explotada, Y se ha convertido en un objeto de deseo internacional

Colombia, como pocos, es un país con una gran área poco explotada, Y se ha convertido en un objeto de deseo internacional

Algunos le han llamado “la guerra por las tierras fértiles”, otros menos violentos le dicen “el neocolonialismo del tercer mundo”, mientras que los más abiertos y posmodernos en leyes globales de propiedad le llaman “inversiones estratégicas en el sector rural”. Lo único cierto es que el debate se ha abierto, y viene como anillo al dedo ahora que en la mesas de diálogo con la guerrilla será el tema para comenzar las conversaciones de paz.

En los siglos pasados los países se invadían entre ellos, libraban feroces guerras por territorio y los litigios por las fronteras era un asunto de bala o pura y dura soberanía. Pero bien entrado el siglo XXI, el tema de la tenencia de tierras pasó de ser un asunto local y bélico, para convertirse en un punto de análisis y gran debate en los países que son protagonistas de la compra pasiva de terrenos por parte de naciones populosas, emergentes y en plena expansión, como China.

Se sabe y está ampliamente documentada la compra de grandes extensiones de tierra en la Patagonia por parte de empresarios e industriales europeos. También es célebre la masiva adquisición de territorios en países africanos empobrecidos que vienen haciendo empresarios chinos, quienes operan como testaferros de su gobierno comunista. El debate está muy caldeado en Paraguay, Brasil y Chile, en donde las multinacionales ya tienen verdaderos ‘Guantánamos’ adquiridos en metálico, sin disparar un tiro. Todo bajo el precepto bien aceptado de inversión en el sector rural.

El ministerio de Agricultura y el del Interior radicarán mañana un proyecto de ley que busca reglamentar la compra de grandes extensiones de tierra por parte de inversionistas extranjeros, para filtrar dichas adquisiciones, de tal manera que estén acompañadas de proyectos agroindustriales que beneficien a las comunidades en donde se realicen. Se sabe del interés de inversionistas chinos, brasileños, españoles, chilenos y coreanos en extensiones en los departamentos de Caquetá, Guainía, Vichada, Casanare y el Macizo colombiano, con el fin de establecer proyectos madereros, mineros, agrarios, etc. Es el momento de abrir el debate y que el Gobierno fije una posición clara y contundente.

Nuestra tesis es que la inversión extranjera no debe ser limitada ni estigmatizada, pero sí vigilada. Y que los conceptos de seguridad alimentaria, seguridad territorial y conservación estratégica son elementos que deben preservarse por el bien de este país adolescente, que camina con seguridad hacia la adultez. El Congreso debe ser el lugar ideal para que el debate se dé en beneficio de las generaciones venideras. En hora buena Juan Camilo Restrepo pone el asunto para ser discutido.