Editorial

Hablar de impuestos es apresurado

<p>Muchos coinciden en la urgencia de una reforma tributaria estructural, pero la iniciativa debe ser del Gobierno.</p>

En varias ocasiones, aunque sin mucha profundidad, los aspirantes a la presidencia de la República hablaron de los impuestos, pero sin mayor contundencia, con lo que los colombianos quedaron con la idea de que no habría un nuevo ajuste. En lo que sí fue claro el reelegido presidente Juan Manuel Santos, es en que no veía la necesidad de adoptar una nueva reforma tributaria del orden nacional. En ese orden, hay que esperar al menos un análisis detallado que sustente la afirmación, que ha sido ratificada por el Ministro Cárdenas, en el sentido de que el Gobierno ha manejado sanamente y con responsabilidad las finanzas, al punto que se habla de un relativo equilibrio fiscal.

Es oportuno que centros de investigación estén planteando la necesidad de hacer cambios para aumentar los impuestos, incluso proponiendo medidas  como gravar algunas pensiones, que podría tener sentido en una situación fiscal deficitaria que llevaría a un ajuste brusco, caso que no es el de ahora en el país. Hay que ser contundentes. Dado que los anuncios sobre impuestos generan expectativas negativas en la inversión y los negocios, no resulta conveniente ambientar el tema antes de que el Presidente electo haga una evaluación que involucre como primer elemento los requerimientos de gasto que serían objeto de financiar.

Los colombianos no entenderían que de un momento a otro se decidiera subir impuestos a algunos sectores, cuando a diario se habla que los recaudos suben por encima de la inflación, la deuda neta del gobierno es más de diez puntos por debajo, en términos del PIB, a la de hace una década, la evolución de la economía es favorable lo cual estimula el aumento de los ingresos del gobierno y la situación internacional no está afectando la estructura fiscal.

Es evidente que siempre habrá argumentación técnica para hacer ajustes tributarios, alegando razones de equidad o fomento a algunas actividades y sectores como la industria y la agricultura, de  las nuevas inversiones en infraestructura o para cerrar canales de elusión y evasión.

El ejercicio del estudio la situación fiscal debe ser permanente e involucra varios componentes, dentro de los cuales el manejo del gasto público es fundamental porque es ahí, más que en los mismos tributos, donde se puede introducir criterios de eficiencia y productividad y de redistribución del ingreso en favor de los más necesitados, función básica de Gobierno. Qué interesante sería que quienes estudian el asunto tributario investiguen la manera cómo se están asignando los recursos en muchos programas y proyectos y calificaran el ejercicio en términos de eficiencia económica y social. 

Seguramente las conclusiones permitirían plantear varios caminos para ajustar. En términos de nuevos impuesto, el Gobierno tiene la palabra.